Como ya he comentado en otros artículos para el blog, desde hace muchos años, los investigadores sopesan la posibilidad de que algunos especímenes de homínidos que se creían extinguidos hayan logrado sobrevivir aislados en valles o montañas, en enclaves inhóspitos en los cuales el hombre no se ha asentado.
El 3 de mayo de 1967, un feriante llamado Frank Hansen inició una gira de feria en feria por toda la geografía de los Estados Unidos. Ofrecía, a cambio de 35 centavos de la época, una atracción visual que nadie fue capaz de igualar. Quien pasara por caja podría echar un vistazo a un extraño humanoide que el feriante portaba congelado en un gran bloque de hielo.
Lo llamaba el "Ser de Siberia", pues según la primera versión, aquel extraño personaje, sólo mitad humano, había sido atrapado en el mar soviético de Ojotsk por un pesquero de bandera japonesa. La singular presa habría acabado en Hong Kong, en donde entró en el mercado negro. Entonces, un productor de Hollywood lo habría comprado con objeto de convertirlo en una rentable atracción.
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La existencia de la singular criatura derivó en un auténtico fenómeno. El extraño aspecto de aquel humanoide llegó a oídos de dos peculiares estudiosos, Ivan Sanderson, un experto en especies extinguidas, y Bemard Heuvelmans, zoólogo de la Academia de Ciencias de Bélgica. Ambos cruzaron Norteamérica para poder contemplar in situ al extraño personaje, que parecía haber muerto como consecuencia de un disparo de bala que le perforó el occipital.
Hansen acabó confesando que se había inventado la historia del periplo del humanoide. Que la odisea del barco japonés y la compra en Hong Kong no era sino un coartada para no confesar que había sido él mismo quien había abatido a la criatura en los bosques de Minnesota. Si lo hacía –temía– debería enfrentarse al peso de la justicia por asesinato.
Los dos científicos antes mencionados lograron convencer a Hansen de que pusiera en manos de la ciencia la extraña criatura. Y es que Heuvelmans y Sanderson, nada más ver al "Ser de Siberia", supieron que estaban frente a un especimen singular.
Dos años después, en la Academia de Ciencias de Bélgica, Heuvelmans expuso los resultados de sus investigaciones, que pretendían identificar a la criatura homínida. Lo primero que dijo en su alocución es que no era un humano. Al menos, que no era un humano como nosotros ...
Estas fueron sus conclusiones: "El especimen se presenta a primera vista como un humano adulto de sexo masculino, de 1,80 metros de altura y proporciones normales, pero exageradamente piloso. Con excepción de la cara, la región palmar de las manos, la planta de los pies y los órganos sexuales, está completamente cubierto de pelo de un color pardo muy oscuro de 10 centímetros de largo."
Segundos después, Heuvelmans, ante la expectante y sorprendida concurrencia científica, expuso su conclusión: "Por sus características, y aunque considero que el homínido estuvo vivo hasta hace sólo cinco años, se trata de un Hombre de Neanderthal."
Si el zoólogo estaba en lo cierto, lo que conocemos de la historia evolutiva humana debería ser revisado. En concreto, lo que se postula como definitivo a propósito de los neanderthales. Estos homínidos habrían aparecido en la escena terráquea hace cientos de miles de años. Estos hombres, de enorme corpulencia, gobernaron Europa durante eones de tiempo, pero hace poco más de treinta mil años, los Homo sapiens, nuestros ancestros directos, procedentes de África, llegaron al Viejo Continente. Tras miles de años de convivencia y, por causas desconocidas, los neanderthales se extinguieron.
Sin embargo, el llamado "Ser de Siberia" obligaba a los expertos a plantearse una fascinante posibilidad: que los neanderthales hubieran logrado sobrevivir aislados, lejos de la civilización y al margen de cualquier contacto con el mundo moderno.
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Mientras tanto, la organización ARP (Alternativa Racional a las Pseudociencias) esgrimieron sus quejas ante esta investigación, que publicó en internet uno de sus ideólogos, Luis Alfonso Gámez.
El señor Gámez decía a propósito del "Ser de Siberia": "La criatura llamó inmediatamente la atención de los criptozoálogos buscadores de monstruos Rernard Heuvelmans e Ivan T. Sanderson, quienes tras verla concluyeron que se trataba de un homínido desconocido. La historia empezó a derrumbarse cuando la Instituci6n Smithsoniana manifestó su interés en examinar el cuerpo de lo que Heuvelmans y Sanderson identificaban como un neanderthal oue habia sobrevivido basta el siglo XX. Entonces, Frank Hansen, el feriante, dijo que había devuelto la pieza a su propietario, un millonario, y que lo que exponía en esos momentos era una réplica. Nunca más se supo del monstruo original y, al final, los criptozoólogos tuvieron que dar marcha atrás en sus afirmaciones cuando salió a la luz que el feriante había encargado la fabricaci6n de una figura de látex a una compañía de efectos especiales de Hollywood.
Más claro, agua. El Hombre de Hielo de Minnesota es sólo una de las muchas atracciones fraudulentas, reinventadas o tergiversadas."
Lamentablemente, el crítico estaba mal informado o utilizaba su información de forma totalmente tergiversada. Como se puede comprobar en su exposición, transcribe los hechos ordenados cronológicamente del siguiente modo:
Primero, aparece la extraña criatura recorriendo ferias en Estados Unidos; segundo, los criptozoólogos se interesan por el tema y le otorgan crédito; tercero, se descubre la verdad: todo fue un montaje.
Pues bien, esa sucesión de hechos es total y absolutamente falsa.
Las dudas sobre la autenticidad del homínido surgieron desde su aparición. Fue en 1967 cuando se divulgó la noticia de que en realidad se trataba de una figura de látex fabricada por una compañía cinematográfica. Sin embargo, los criptozoálogos a los que se refiere el señor Gámez comenzaron sus investigaciones a la par que la polémica, desecharon la misma y en 1969 (dos años después ... ¡es decir, que en la sucesión de hechos hay que cambiar el punto dos por el tres!) presentaron sus conclusiones en la Academia de Ciencias de Bélgica, según las cuales el homínido era un neanderthal.
Efectivamente, la Institución Smithsoniana se interesó por el tema, pero no pudieron demostrar la falsedad del fósil viviente y, en vista de que Hansen aseguró haber disparado contra la criatura, decidieron interponer una denuncia acusándolo de asesinato. El FBl se encargó de la investigación. El Propio director del FBl, Edgar Hoover, se encargó de las pesquisas y dictaminó: 'No se puede acusar de homicidio a una persona que ha atentado contra una criatura no humana. El FBl publicó que no se encontraron indicios de fraude. Y efectivamente, nunca se demostró que la criatura fuera falsa; lo que en realidad ocurrió en 1967 es que un técnico en efectos especiales de Hollywood, John Chambers, aseguró haber participado en el supuesto montaje, afirmación que no pudo probarse. Por ello, y una vez comprobado que Chambers no había dicho la verdad, la citada institución pretendió buscar una nueva forma de actuación denunciando a Hansen por homicidio. Además, y como en 1970 publicó la revista Saga Magazine, el presunto montaje estaba fuera del alcance económico de Hansen, ya que la fabricación de la figura se elevaba a 25.000 dólares de la época.
Pero insisto: toda la polémica sobre la autenticidad tuvo lugar en 1967; pasado ese tiempo fue cuando se efectuó el estudio de la criatura y en 1969, dos años después, se presentó el informe científico en Bélgica. Por tanto, la afirmación del señor Gámez pierde todo su sentido ya que la implicación de los criptozoólogos fue posterior a la denuncia y tuvo lugar una vez desestimada.
Dicho esto, no queda duda: la criatura parecía auténtica.
En todo caso, el reto de la ciencia no es defenestrar casos como este, sino investigarlos.