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Gigantes caminando sobre la Tierra
"Y él me correspondió y me habló y yo oí su voz: No temas Enoc, hombre de justo, escriba de justicia; acércate y escucha mi voz. Ve y dile a los Vigilantes del cielo que te han enviado a suplicar por ellos: A vosotros corresponde interceder por los humanos y no a los humanos por vosotros. ¿Por qué habéis abandonando el cielo alto, santo y eterno, os habéis acostado con mujeres y profanado a vosotros mismos con las hijas de los hombres y tomado esposas como los hijos de la tierra y habéis engendrado hijos gigantes?. Vosotros que fuisteis santos espirituales viviendo una vida eterna os habéis manchado con la sangre de las mujeres y habéis engendrado con la sangre de la carne y como los hijos del hombre habéis deseado después carne y sangre como aquellos que mueren y perecen.Por eso yo les he dado a ellos mujeres para que las fecunden y engendren hijos por ellas y para que así no falten ellos sobre la tierra. En cuanto a vosotros, fuisteis primero espirituales, viviendo una vida eterna, inmortal por todas las generaciones del mundo; por ello no se os han atribuido mujeres, pues la morada de los espíritus del cielo es el cielo. Y ahora, los gigantes que han nacido de los espíritus y de la carne, serán llamados en la tierra espíritus malignos y sobre la tierra estará su morada".
El libro de Henoc, capitulo 15
Excavaciones arqueológicas apoyan el hallazgo de restos humanos de extraordinarias dimensiones a lo largo y ancho de todo el mundo.
Enormes esqueletos, restos petrificados y huesos humanos parece confirmar que en épocas remotas la Tierra estuvo habitada por esta raza.
Muchas culturas cuentan en sus tradiciones y leyendas que hubo un tiempo en el que los gigantes caminaron sobre la Tierra.
El legado de esta raza quedó supuestamente reflejado en los megalitos, en los colosales túmulos del nordeste de Estados Unidos y en construcciones ciclópeas como las ruinas de Baalbeck (Líbano) y las de Tiahuanaco (Bolivia).
…………... ....Ruinas de la ciudad de Tiahuanaco, en Bolivia
Si en el trasfondo de toda leyenda subyace siempre un hecho real, los defensores de la existencia de esta gigantesca raza la consideran avalada por el hallazgo de numerosos restos humanos de un tamaño descomunal en todos los rincones del planeta.
En Cumberland (Reino Unido), en algún momento de la Edad Media se descubrieron los restos de un gigante de 4,5 metros, cubierto por una armadura. En 1895, durante unas excavaciones realizadas en el condado de Antrim (Irlanda), un tal Dyer halló un gigante fosilizado de 3,70 metros de altura. Se exhibió en Dublín y más tarde en Liverpool y Manchester. Después de una disputa legal entre Dyer y su socio, un hombre llamado Kershaw, nada más se supo del coloso pétreo. Asimismo, en una gruta de Atyueca, cerca de Mangliss (en la antigua Unión Soviética) se encontraron esqueletos humanos de entre 2,80 y 3 metros.
Se habla de ellos tanto en la Biblia como en el Mahabharata, igual en los textos sagrados tailandeses o de Ceilán que en la mitología griega, lo mismo en las tradiciones aztecas y egipcias que en las irlandesas o vascas.
En la Biblia, la primera mención de la existencia de “seres distintos” en la Tierra aparece en el Viejo Testamento. En el Génesis 6, versículos 1 y 2, podemos leer: “Cuando los hombres se habían multiplicado sobre la Tierra y habían procreado hijas, viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, escogieron de entre ellas por mujeres a las que quisieron”.
Los Nephilim (en hebreo gigantes) según se recoge en el Génesis existían en la Tierra por aquel tiempo: “Por entonces y también en épocas posteriores, cuando los hijos de Dios cohabitaban con las hijas de los hombres y éstas tuvieron hijos, aparecieron en la Tierra los gigantes. Éstos son los esforzados varones de los tiempos primeros, los héroes famosos”. (Génesis 6, versículo 4)
Según el investigador Zecharia Sitchin nephilim significa literalmente “aquellos que bajaron de los cielos a la tierra”.
Los traductores de la Biblia –explica Sitchin– supusieron que Nephilim significaba gigantes porque en otras partes se menciona que estos eran también conocidos como Anakim, a la vez que el cuento sobre el gigante Goliat se afirma que él era descendiente de Anak; de aquí la conclusión: si Anak era un gigante, entonces los Nephilim que también eran Anakim, deberían ser gigantes.
Por su parte, Robert Charroux, en El enigma de los Andes, ve a estos gigantes de la Biblia como “... seres superiores que engendraron la elite de los pueblos: Reyes, héroes e iniciados”.
La filosofía griega
En la filosofía griega también hay una referencia a estos Nefilim. Platón, en su obra El banquete, pag ,103 nos dice: En efecto no podían decidirse a exterminar a los hombres, ya que destruyendo la raza humana, como lo habían hecho con los gigantes mediante el rayo, verianse privados de lo honores y ofrendas que de los humanos recibían.
Su desaparición
La raza de los gigantes desapareció mediante un rayo, según la obra de Platón. Para la Biblia, con el diluvio, pero –al parecer– uno de ellos se salvó. La leyenda nos cuenta que al no caber en el Arca de Noé, se montó a horcajadas sobre ella. El gigante era tan grande que su cama medía unos 3,90 metros de largo por 1,80 de anchura. (Deuteronomio 3, 11).
El valle del río Ohio
Este tipo de hallazgos son particularmente numerosos en el valle del río Ohio (EE.UU.). Cuando a mediados del siglo XVIII los primeros colonos blancos se adentraron más allá de los montes Apalaches encontraron en la zona cientos de montículos artificiales, algunos de un tamaño descomunal. Los primitivos habitantes de la zona, los indios delaware, decían que eran anteriores a la llegada del piel roja. Cuando se excavaron estos montículos salieron a la luz unos asombrosos restos humanos.
En 1829, cerca de Chesterville (Canadá) se halló el esqueleto de un gigante tan grande que un hombre podía introducir su cabeza dentro del cráneo con facilidad. En diciembre de 1870, bajo un enorme montículo de Brush Creek (Georgia) se descubrieron huesos de hombres y mujeres de hasta 2,75 metros de altura, junto con una gran piedra grabada con extraños caracteres. En 1872, en Séneca (Carolina), se encontraron tres esqueletos de 2,5 metros de altura. En 1883, cerca de Mandan (Dakota del Norte), se descubrió un enorme cementerio que contenía los restos de numerosos gigantes. En 1888, en Toledo (Ohio), se desenterraron los restos de otros 20 gigantes.
Curiosamente, los indios delaware contaban que, al emigrar desde el Oeste en el año 1000 a.C., sus antepasados, los lenapees, se habían encontrado en la orilla este del Mississippi con una raza de gigantes que vivían en grandes ciudades fortificadas. Los llamaron allegahenys (de donde, tal vez, los montes tomaron su nombre). Los lenapees los combatieron y, al ser más numerosos, consiguieron expulsarlos. Los supervivientes huyeron hacia Minnesota. Los sioux también cuentan que cuando vivían en este estado apareció una raza de gigantes que consiguieron exterminar.
Según el libro Guinnes de los récords, el hombre más alto que ha existido jamás fue Robert Pershing Wadlow. Nacido en Illinois, Estados Unidos, en 1918, midió nada más y nada menos, que 2,71 metros de altura, con un peso de 240 kg. Curiosamente, no dejó de crecer hasta su muerte, en 1940, a la temprana edad de 22 años
Se han encontrado restos de gigantes por todo Estados Unidos. En 1833 un grupo de soldados sacó a la luz en Rancho Lompock (Nevada) los restos de un hombre de 3,5 metros de altura, rodeados de armas descomunales. En junio de 1877 unos prospectores descubrieron cerca de Eureka (Nevada) los huesos de una pierna y un pie gigantescos, correspondientes a un ser humano de 3,65 metros. En 1891, en Crittenden (Arizona), una brigada de obreros encontró un sarcófago que contenía a un ser humano de más de 3 metros de estatura. También a finales del siglo XIX, en Isla Catalina (California), se hallaron los restos de unos gigantescos pelirrojos. En Montana, en 1903, el profesor S. Farr desenterró un esqueleto humano de 2,75 metros de altura.
En 1911 unos buscadores de guano encontraron en una caverna de Lovelock (Nevada) un grupo de gigantes pelirrojos momificados. Los indios paiute hablaban de una antigua raza de gigantes caníbales que llamaban Si-Te-Cah, a los cuales habían combatido y expulsado al monte Shasta, cerca del cual se encuentra dicha caverna. Restos similares se hallaron en el lago Humboldt. En 1923 se desenterraron en el Gran Cañón (Arizona) los restos petrificados de dos gigantes de 4,5 y 5,5 metros de altura.
Esqueleto de Charles Byrne, de 2,55 metros de altura, que se conserva en el Museo del Real Colegio de Cirujanos de Londres y se muestra junto al de Caroline Crachami, llamada el “Hada de Sicilia”, que murió midiendo tan sólo 49,5 centímetros
El zoólogo Ivan T. Sanderson contaba que un ingeniero le había enviado una carta relatándole que durante la II Guerra Mundial, mientras su compañía levantaba el terreno para construir un aeropuerto en la isla de Shemya (Alaska), había encontrado un enorme cráneo de 60 centímetros desde la base al vértex, lo que correspondería a una talla de 3,6 metros. Los hallazgos son innumerables...
En Centroamérica y Sudamérica
También hay huellas de estos gigantes en Centroamérica y Sudamérica. Una antigua memoria de Bernal Díaz del Castillo cuenta que durante la conquista de México Hernán Cortés envió al rey de España un fémur del tamaño de un hombre. Los aztecas explicaron a los conquistadores que en tiempos remotos había vivido allí una raza de gigantes malvados, que habían combatido y exterminado.
En Ecuador los españoles también oyeron historias acerca de otra raza de colosos que en tiempos remotos había aterrorizado a los habitantes de Guayaquil. En 1543, Juan de Olmos, el gobernador de Puerto Viejo, ordenó excavar en la zona y se encontraron "unos huesos tan grandes que, si no hubieran aparecido también los cráneos, resultaría imposible creer que pertenecieran a seres humanos".
En el Museo del Oro de Lima (Perú) se conserva un gigantesco cráneo deformado y Glenn Kimball cuenta que en un museo privado pudo ver momias de hasta 3 metros de altura, algunas de ellas pelirrojas.
Tal vez Magallanes tropezó con los últimos individuos de esta raza. En junio de 1520, cuando su flota ancló en Puerto San Julián, en Argentina, el explorador se topó con unos gigantes de 2,3 metros que llamó patagonios porque llevaban mocasines de cuero, con los que sus pies parecían "patas". En 1962, cerca de Punta Arenas (Patagonia chilena) Hueichatureo Chicuy halló al excavar un montículo una enorme tibia humana. Su propietario debió de tener una estatura aproximada de 3 metros.
En el resto del mundo
Los hallazgos se suceden por todo el planeta. En Chenini (Túnez) se descubrió un cementerio de gigantes de 3 metros. Enormes picos con un peso aproximado de 4 kilos han sido desenterrados en Safita (Siria), así como en Aint Fritisa (Marruecos). En Gargayán (Filipinas) salieron a la luz en 1956 huesos correspondientes a un hombre de 3,5 metros.
Durante la construcción de una carretera en Homs (Turquía), a finales de los años 50, se encontraron fémures pertenecientes a gigantes de hasta 4,8 metros de altura.
En España, hacia 1753 se descubrió cerca de Medinaceli (Soria) una caverna que contenía un cráneo y numerosas tibias de gigantescas proporciones.
En 1917, bajo el dolmen de Oren, en Prullans (Pirineos Catalanes), se encontraron grandes fémures de entre 79 y 92 centímetros de longitud.
Durante la reconstrucción del ábside de la iglesia de Garón (Lleida) también se encontraron los restos de un gigante de tres metros de altura. Restos similares se han descubierto en otros lugares, como León, Cantabria o Girona...
Kurgan, los gigantes rusos
Muchos de estos restos fueron enviados a museos (incluido el prestigioso Smithsonian), pero no se ha mostrado mucho interés en su estudio, ya que plantean demasiados interrogantes. Buscar una ubicación en el tiempo y una explicación satisfactoria a la presencia de estos colosos es una tarea compleja.
Según algunas hipótesis, corresponden a los kurgan (los primitivos arios), una raza de gigantes que vivió en las estepas rusas entre los años 5000 y 2000 a.C. y cuyo carácter belicoso les llevó a extenderse por todo el planeta: hasta el sur de Canaán e incluso hasta remotas regiones, como América y Australia.
De ser cierta esta teoría, implicaría reescribir toda la historia de la humanidad, particularmente la de América, ya que los españoles no habrían sido los primeros europeos en poner pie en sus costas. Pero los únicos restos aceptados como verdaderos por la comunidad científica "oficial" parecen ser los de China, Java y Australia.
Hallazgos dentales
En la década de 1930 el paleontólogo Ralph von Koenigswald descubrió tres enormes muelas humanas en China. Estimó que sus propietarios (que vivieron medio millón de años atrás, según sus cálculos) habían medido al menos 4 metros. Les llamó Gigantopithecus (Gran Mono). En 1941 desenterró en Java el fragmento de una mandíbula que conservaba tres dientes, un poco más pequeños, pero aun así enormes. Llamó a su hallazgo Meganthropus u Hombre Gigante de Java. Para sorpresa de todos, junto a los restos aparecieron herramientas como hachas, cachiporras, azadas y cuchillos (algunas pesaban hasta 18 kilos), lo que descartaba que se tratara de los restos de un gran mono. En Bathurst (Australia) se halló, también junto a unas herramientas, un gigantesco molar que, según los expertos, podría haber correspondido a un ser humano de 7,5 metros de altura y 500 kilos de peso.
La definición médica
Desde el punto de vista médico, el gigantismo se caracteriza por una talla y unas proporciones corporales excesivas. Aunque no existe un límite claro entre una persona normal de talla elevada y un gigante, una altura que supere los 2,25 metros se considera gigantismo y, a no ser que se demuestre lo contrario, la causa será invariablemente un exceso de secreción de la hormona del crecimiento (GH), que se genera en la glándula hipófisis.
El gigante chino Zhang Juncai, con sus 2,42 metros, es considerado el hombre más alto de Asia.
La GH debe su nombre a sus efectos, ya que favorece el crecimiento corporal, actuando sobre el cartílago de crecimiento (la zona por donde crecen los huesos largos). Cuando existe un exceso de GH en la infancia se produce el gigantismo. Si ocurre en la edad adulta, una vez cerrado el cartílago de crecimiento, como la persona no puede seguir creciendo linealmente, sufre un alargamiento desproporcionado de manos y pies y una tosquedad de rasgos faciales: es lo que se denomina acromegalia. Es frecuente observar solapamientos: el 10% de los pacientes acromegálicos tiene talla alta y la mayoría de los gigantes poseen rasgos de acromegalia.
El 99% de los casos de secreción excesiva de GH es el resultado de un adenoma hipofisario, un tumor benigno en la glándula que produce la hormona. En los adenomas limitados a la hipófisis, el tratamiento más común es la cirugía transesfenoidal con extirpación del tumor.
La explicación ortodoxa
La Ciencia más ortodoxa cree ver en su gran tamaño, tan sólo una metáfora: el mito cosmogónico que simboliza el poder y la fuerza. Una simple magnificación de los poderes atribuidos a la figura humana. Sin embargo, como hemos visto, son muchas las pruebas que argumentan en contra de esta teoría y que manifiestan que una raza de gigantes caminó por este planeta hace muchos milenios.
Conclusión
Es posible que en tiempos remotos existiera realmente una raza de belicosos gigantes que acabaron extinguiéndose en innumerables guerras y cuyo recuerdo ha pervivido en forma de leyendas. Algunos creen que los últimos de esta raza, expulsados a regiones remotas por hombres más pequeños pero más numerosos, involucionaron hacia un estado animal.
Los aborígenes australianos habitantes de la zona donde se descubrieron restos del Meganthropus cuentan que, en tiempos remotos, un hombre-bestia de tres metros de altura y totalmente cubierto de pelo, armado con un hacha de piedra, mataba y devoraba a cuantos se cruzaban en su camino. Estos seres reciben el nombre de almasty en Rusia, dzönglai edmai en India, metoh-kangmi y yeti en el Himalaya, bigfoot en Estados Unidos y sasquatch en Canadá. Quizá son los últimos descendientes de una raza de gigantes que una vez dominó el mundo...