OBJETOS FUERA DE SU TIEMPO (2)

DISPAROS EN LA PREHISTORIA

Observando algunas fotografías de cráneos prehistóricos como las que ilustran este apartado, muchos podremos hacer esta observación: "Se puede ver aquí un agujero como el que produciría un proyectil balístico. Ante tal hecho... ¿Quién pudo poseer en aquel tiempo armas modernas?"
En 1921, el British Museum recibió un cráneo humano, hallado en curiosas circunstancias. Cuando los trabajadores de una mina de cinc de Zambia (antigua Rhodesia del Norte) se dedicaban a terraplenar una colina llamada Broken Hill, y que no medía más allá de veinte metros de altura, encontraron una galería obstruida que desembocaba en una caverna. La cueva estaba abarrotada de restos humanos, y todo daba la impresión de ser aquél un lugar de enterramiento prehistórico. Pero no se tuvo gran cuidado en la recuperación de los huesos: entre los pocos que llegaron a manos de los paleontólogos, se encontraba un enorme cráneo humano de frente huidiza, grandes arcos superciliares y una estructura facial muy brutal y primitiva, de tipo netamente neanderthaloide. Pese a que no se pudo establecer una estratigrafía precisa, la antigüedad de los restos óseos era evidente.
Los paleontólogos colocaron al "hombre de Broken Hill" u "hombre de Rhodesia", que por ambos nombres se le conoce, en la estirpe filogenética humana, y le llamaron "el Neanderthal africano". Pero estudiando el cráneo vieron dos cosas, una de ellas aparentemente inexplicable: aquel ser, que había vivido quizá hacía un millón de años, había sufrido una enfermedad dental. Y a ambos lados del cráneo presentaba dos orificios de igual diámetro, que dejaron perplejos a los expertos. A juicio del profesor Mair, de Berlín, parecían los orificios de entrada y salida que dejaría una bala moderna.
El enigma que esto planteaba parecía insoluble. Alguien aventuró una hipótesis imposible: ¿Y si el hombre de Broken Hill hubiese sido un fósil superviviente, muerto de un disparo por un cazador moderno? Esto aparte de ser absurdo no explicaba, su presencia en una caverna que llevaba cerrada, al parecer, miles de años. Y ante este "hecho condenado", la Ciencia se encogió de hombros...



El CRÁNEO DE MOIÁ

Este cráneo encontrado, es ya el de un hombre moderno: un ejemplar de la raza de Cro-Magnon, que vivió sin duda hace seis o siete mil años. Pertenece a un hombre de gran talla y edad avanzada para la época: aproximadamente 1,70 m de estatura y unos cincuenta años de edad. Procede, como el resto del esqueleto y otros esqueletos contemporáneos, de la cueva del Toll (Moía, Barcelona, España), interesante cavidad subterránea recorrida por un curso de agua y que constituyó un albergue humano durante unos cinco mil años, desde los albores del Paleolítico hasta la Edad del Bronce. Los restos de animales (Ursus spaeleus u oso de las cavernas, tigre de dientes de sable, hienas e incluso huesos de rinoceronte lanudo) abundan en ella, junto con restos, utillaje y ajuar humanos. Todo ello ha permitido montar varias salas interesantísimas en el Museo Arqueológico de Moiá.
El esqueleto encontrado esta perfectamente conservado, cuyo hueso frontal presentaba una perforación perfectamente circular, que evocaba de inmediato la que produciría una bala moderna. El orificio era completamente circular, por lo que se descartaba que hubiera podido ser causado por una punta de lanza de sílex, que hubiera producido una fractura traumática irregular, estrellada, el ángulo de penetración del supuesto proyectil causante de la herida era de arriba abajo y ligeramente de derecha a izquierda, el orificio se abría en el hueso frontal y daba directamente al seno frontal derecho, en cuyo tabique del fondo no se apreciaba orificio de salida y el supuesto proyectil, por tanto, debió de quedar alojado en el seno frontal. Según se dedujo el sujeto debió sobrevivir a la herida, pues los bordes del orificio aparecían esclerosados (callo óseo), y, además, ésta no afectaba a ninguna parte vital.
También se manejo la posibilidad de que se tratase de una trepanación, pues se sabe que los hombres prehistóricos la practicaban. Pero la trepanación se solía hacer en los parietales, y los orificios eran más grandes e irregulares. Por tanto, el enigma de los disparos imposibles sigue sin respuestas.

LAS PIEDRAS DE ICA
(En memoria del Dr. Javier Cabrera Darquea)

Si viajan hasta Perú y tienen la oportunidad de sobrevolar el conocido "Candelabro de los Andes", sigan la dirección que indica hacia las famosas líneas de Nazca y volarán por encima de una pequeña ciudad a 360 kilómetros al sur de Lima llamada Ica.
Es una región desértica, de las más antiguas del globo, en donde se pueden ver numerosos restos de animales petrificados aflorando en la superficie. El subsuelo contiene numerosas tumbas incas y preincásicas. En ella se encuentra otro de los grandes enigmas de la arqueología, sus piedras grabadas.
Se piensa que algunas de estas piedras grabadas ya habrían sido traídas por los primeros conquistadores de Perú en el siglo XVI, pero no fue hasta principios de los años 60 cuando fueron reunidas las primeras, por Carlos y Pablo Soldi. Durante años pidieron oficial e insistentemente, aunque en vano, que éstas fueran examinadas por las autoridades.
No obstante, podemos afirmar que su historia oficial no empezaría concretamente hasta 1966. En este año, con motivo de su cumpleaños, el Dr. Javier Cabrera Darquea, médico y profesor de biología, pidió a un campesino de Ocucaje, para hacer de pisapapeles, una piedrecita grabada con un pez. Este pequeño y anodino regalo iba a modificar el transcurso de su vida. El biólogo cree reconocer en el grabado una especie desaparecida hacía varios millones de años. Extrañado, comienza a reunir piedras, convirtiéndose en el primer coleccionista. Una colección que cuenta con más de 15.000 piezas, algunas del tamaño de un tomate hasta otras que pesan más de 500 kilogramos, con un diámetro de más de un metro y treinta centímetros.
Desde entonces no dejaría de reunir e intentar descifrar esta herencia tan única del pasado.
Pero ocurrió el hecho que terminó convirtiéndose en el argumento más fehaciente para que científicos e investigadores (no todos) se quitaran el problema de en medio, ya que el principal inconveniente de estos grabados reside en lo que nos muestran, produciendo un rechazo sin ningún recurso de parte de la comunidad científica, por el desentono que revelan con todo lo que se nos ha enseñado hasta ahora. Las autoridades peruanas detectan que algunas están siendo vendidas ilegalmente y viendo que su país puede convertirse en el Egipto de América del Sur y preocupados porque sus riquezas arqueológicas puedan ser saqueadas por los extranjeros, conforme a las leyes nacionales e internacionales de protección del patrimonio, detienen al principal vendedor. Un campesino, que a pesar de ser una persona sin estudios entiende enseguida la situación a la que se enfrenta. Muy hábilmente y para evitar ser encausado judicialmente se confiesa autor de las mismas. “Él fabricó todas las piedras, son falsas, engañó a los turistas”. El caso está cerrado y todos se quedan satisfechos.
Pero podemos dudar, si estos científicos “rigurosos” y “racionales”, se han dejado engañar a su vez porque hay varias y puntuales cuestiones que aclarar:
1) Los guijarros son de andesita, una roca volcánica del mesozoico, de entre 60 y 230 millones de años, muy dura y oxidada en su capa exterior, lo que sin embargo permite el grabado. Pues bien, las ranuras que representan el grabado están también oxidadas y han sido reconocidas por un laboratorio peruano y otro alemán, de la universidad de Bonn, como muy antiguas, aunque su fechado exacto resulte prácticamente imposible.
2) El número de piedras... Incluso teniendo en cuenta sólo las 15.000 piezas recogidas por el Dr. Cabrera y se calcula que se han sacado entre 40.000 y 50.000, contando las que se vendieron a los turistas, las que siguen aún en posesión de los habitantes y las que están en el museo de Ica, este pobre campesino hubiera debido emprender esta tarea desde su adolescencia a razón de 10 horas diarias y esto sin parar durante más de 40 años, ¡¡bonito tesón y fenomenal constancia para recoger tan sólo unos pocos dólares!!
Otra hipótesis: Supongamos que el labrador dirige un gran taller de fabricación que resultaría por lo menos bastante difícil de disimular, y mantener en el secreto, por tener los aldeanos locales una doble actividad, lo que no hubiera quedado inadvertido. Sin embargo las pocas imitaciones patentes, son fabricadas a la luz del día y a cara descubierta.
3) Otro punto notable reside en la diversidad de los temas dibujados en las piedras y los conocimientos necesarios para imaginar todos estos grabados que convertirían a este campesino iletrado en un erudito sin rival.




Entre la multitud de contenidos diferentes, muchos de carácter científico, puede observarse a hombres que domestican dinosaurios, que combaten a otros, especies animales ya extinguidas, caballos con dedos en lugar de cascos, hombres que miran las estrellas con catalejos, otros que observan unos petroglifos o fósiles con lupas, hombres volando sobre «pájaros mecánicos», mapas de la Tierra tal como estaba hace 13 millones de años, mapas estelares, operaciones quirúrgicas asombrosas, descritas paso a paso, cesáreas, trasplantes de órganos, corazón, riñones e incluso cerebro, impresionante documento de una mujer embarazada proporcionando sangre al corazón de un trasplantado, permitiendo, según reflejan las piedras, evitar el rechazo del nuevo órgano implantado, manipulaciones de carácter genético…
Y claro, todo esto no encaja en absoluto con lo que creemos que sabemos sobre el pasado. Sin embargo, son más que un sencillo revoltijo descriptivo, y estas piedras nos cuentan una historia diferente de nuestros albores.
Si hacemos un paralelo con los otros descubrimientos imposibles se pueden percibir las bases de una nueva prehistoria sin tener que poner en duda la mayoría de los conocimientos parcelarios que nuestros investigadores han ido acumulando con aspereza a lo largo del tiempo.
El Dr. Cabrera, a pesar de las trabas, humillaciones y negativas sistemáticas de excavaciones que fueran capaces de aclarar el asunto, siempre acogió a los visitantes de su museo con gran amabilidad, hasta su muerte en diciembre del 2001, debida a un cáncer. Su familia continúa y el museo sigue abierto.

EL CASO «GLOZEL»

Glozel, situado en el municipio de Ferrières-sur-Sichon en el departamento de Allier a unos veinticinco kilómetros de Vichy, en Francia, se ha convertido en el caso Dreyfus* de la arqueología. (* Un escándalo político que tuvo lugar entre la última década del siglo XIX y la primera del XX, precisamente en Francia. De ahí la citada comparación).
El 1 de marzo de 1924, en el campo Duranthon, más tarde rebautizado «campo de los muertos», un joven agricultor de 17 años, Emile, y su abuelo, Claude Fradin, hacen un descubrimiento imposible que desencadena una de las más violentas polémicas arqueológicas del siglo XX, porque pone en duda lo que se sabe sobre los orígenes de la escritura.
Se encontraban labrando el terreno, cuando unos de los bueyes que tiraban del carro cae en un hoyo. En el interior, Emile topa con huesos humanos. Con el descubrimiento de esta tumba, piensan haber encontrado un tesoro. Hallan varios objetos, urnas, vasos, hachas y tablillas grabadas. Rompen las urnas pero no contienen más que tierra, decepción, vuelven a tapar el hoyo y siembran la avena.
En el transcurso del verano, la Sociedad del Borbonesado se desplaza hasta el lugar, saca muestras y las envía al Dr. Capitán de Bellas Artes.
En aquella época, el Dr. Capitán, el padre Breuil y el conservador del museo de los Eyzies, Sr. Peyroni, representaban el triunvirato ineludible de la prehistoria.
En 1925, Antonin Morlet, médico de Vichy, apasionado por la arqueología, se entera del descubrimiento y se persona en el lugar junto con su esposa. Fascinado por lo que encuentra, obtiene el derecho de publicación sobre los objetos que siguen siendo propiedad de Emile Fradin. Mientras tanto, un epigrafista eminente, René Dussaud, acaba de publicar oficialmente que la escritura nació en Fenicia, 1.600 años antes de Jesucristo (después del hallazgo del sarcófago del rey Ahiram de Byblos, cubierto de inscripciones).
Ahora bien, el Dr. Morlet fecha las tablillas grabadas en 5.000 o 6.000 años antes de Jesucristo.
Los dos descubrimientos se contradicen y esto va a desencadenar una verdadera guerra entre los hombres de ciencia.
Los grandes mandamás de la prehistoria, que un principio fueron favorables a Glozel, cogidos desprevenidos, se ven “fuera de juego” y deciden ponerse en contra.
En esta guerra, toda clase de golpes bajos están permitidos, cartas anónimas, insultos, etc. Algún día, incluso, el Dr. Morlet sorprende a miss Garrod, secretaria del padre Breuil, en flagrante delito de falsificación durante una encuesta de la Comisión de indagaciones hecha in situ y nombrada por el Dr. Capitán (¡¡ bonito gesto de imparcialidad !!).
El 25 de febrero de 1928, la policía de Clermont-Ferrand se presenta para indagar en casa de los Fradin; su objetivo: encontrar el taller donde Emile supuestamente fabrica estos objetos. Rompen las vitrinas, maltratan al pobre Emile. y se llevan más de 200 piezas con el pretexto de fecharlas, a pesar de que en aquella época no se conocía ningún procedimiento para conseguirlo.



El 4 de junio de 1929, Fradin se ve inculpado de estafa, el juez de instrucción le interroga durante sesenta y tres horas. Quieren que confiese haberlos elaborado, pero este joven campesino del Borbonesado, ignorando todo de la prehistoria, tiene su conciencia limpia, no ha fabricado estos objetos surgidos de la noche de los tiempos.
Total, al cabo de dos años, la inculpación termina con un sobreseimiento.
El Dr. Morlet entretanto sigue las excavaciones, siempre a costa suya, durante dieciseis años, hasta el año 1941, cuando la ley Carcopino fue votada. De ahora en adelante está prohibido excavar el suelo francés sin autorización del Estado. Esto pone fin a las excavaciones de Glozel. El Dr. Morlet muere en 1966 sin ver reconocido su trabajo.
En 1972, Henri François, ingeniero en la Comisión para la Energía Atómica, saca muestras y las manda para su datación a tres laboratorios extranjeros. Se utilizará el carbono 14 para el fechado de los huesos grabados y la termoluminiscencia para las cerámicas y la terracota. Para los tres laboratorios independientes, los resultados son claros e irrebatibles: Los huesos tienen entre 15.000 y 17.000 años, las cerámicas 5.000 años y las tablillas grabadas 2.500 años.
Desde 1983 hasta 1990, nuevas excavaciones fueron emprendidas, curiosamente en varios kilómetros del «campo de los muertos». Ningún resultado fue publicado.
A la sazón, cito a Remy Chauvin, biólogo, "padre espiritual de los herejes en Francia": "…Si no publican puede que hayan encontrado cosas que les molestan, entonces, ¿qué es lo que temen? ¿temen disgustar a algunos viejos profesores, temen arruinar las teorías vigentes?. Pero, ¿es que las teorías científicas son monumentos religiosos? ¿Qué hay en Glozel para provocar un ataque tan violento? ¡¡ Hagamos excavaciones metódicas y racionales en el sitio en donde Emile Fradin las hizo !!…"
Más de 3.000 objetos han sido hallados entre vasijas, tablillas grabadas, piedras pulidas, joyas de hueso, puntas de flechas, agujas y no parece que los signos escritos hayan sido superpuestos a grabados anteriores.
Los huesos humanos no pertenecen a individuos de una época reciente, al igual que el de los animales, estos últimos transformados en herramientas o joyas (algunos llevan signos de escritura) y presentan una fosilización avanzada.
Los objetos de cerámica, ídolos, vasos mortuorios con máscaras extrañas desprovistas de boca y las famosas tablillas cubiertas de inscripciones todavía desconocidas, fueron fabricados en un horno ovalado que en principio fue confundido con una tumba.
Aún así no queda ninguna duda sobre la autenticidad del sitio, Glozel conserva todavía muchos misterios.
Efectivamente, cuesta trabajo entender y explicar la presencia en un mismo lugar, de objetos de 17.000, 5.000, 2.500, 1.500 años, e incluso de la Edad Media. ¿Acaso sería un antiguo lugar mágico, de culto, en donde estarían reagrupados objetos de diversas procedencias?
Queda también el enigma de la escritura que se encuentra en huesos grabados de 17.000 años de antigüedad, hasta ahora sin descifrar…
Sólo se podrá levantar el velo del misterio estudiando seria y sistemáticamente este lugar excepcional.

LAS FIGURITAS DE ACÁMBARO

En 1923, Waldemar Julsrud, comerciante de origen alemán, y el padre Fray José María Martínez descubrieron el emplazamiento arqueológico de Chupicuaro, de la época preclásica, que contenía vasos, tazones y figuritas de la cultura india más antigua conocida, llamada con el nombre del sitio, de una antigüedad de hasta 1000 años antes de J.C. (anterior a los indios Tarascos, la cultura india más antigua conocida en aquella época).
Algunos años más tarde, en julio de 1944, Waldemar Julsrud, de 69 años de edad hizo un descubrimiento clamoroso en Acámbaro, pequeña ciudad mejicana situada a menos de 300 kms. al noroeste de Méjico, en la provincia de Guanajuato.
Mientras se paseaba a caballo a lo largo de una zanja cerca de la colina del toro, con uno de sus empleados, un granjero llamado Odilon Tinajero, atrajo su atención un trozo de cerámica que sobresalía del suelo. Era una figurita de terracota de un estilo que desconocía.
Mandó a su empleado cavar y llevarle todas las piezas similares que pudiera encontrar. Unos días más tarde, Tinajero se presentó con una carretilla llena de estos artefactos. Julsrud se quedó estupefacto por el estilo y la diversidad de las figuritas. Hizo un trato con su empleado: él le pagaría 1 peso por cada figurita entera y nada por las estropeadas que, sin embargo, tendría que entregarle y que conservaría.
Su objetivo era evitar que su granjero las fabricara, aunque de todos modos no hubiera tenido suficiente tiempo ni maña y el precio pagado era demasiado bajo, e incitarle a excavar con mucha precaución.
Las figuritas fueron descubiertas por grupos de entre 20 y 40 en el interior de pozos a una profundidad variable de 1,20 metros hasta 1,80.
No eran pozos funerarios, puesto que sólo se encontraron 6 calaveras durante las excavaciones. Según la hipótesis del Sr. Julsrud, parece que habían sido sepultadas de prisa para evitar su saqueo por los primeros colonos españoles.
Más de 33.500 objetos de cerámica, en su mayoría, piedra, jade y obsidiana fueron encontrados. Todos son únicos, ninguno ha sido duplicado. Su tamaño varía desde unos centímetros hasta menos de un metro. Varios tipos de arcillas fueron utilizados. Su examen daría una indicación valiosa de su procedencia, y todos fueron fabricados por el método del "fuego abierto". Entonces la fabricación de objetos falsificados no habría sido inadvertida por el humo y las grandes cantidades de leña, rara y cara en esta región necesarias para el proceso.
A pesar de su gran diversidad, se pueden clasificar, según su estilo, por centenares incluso por millares, como procedentes de culturas diferentes.
Igual que el Dr. Cabrera, el señor Julsrud nunca hizo negocio con su descubrimiento. Su objetivo era científico y su deseo de proteger un patrimonio, que estimaban único para la humanidad, nunca falló. Siempre con mucho gusto enseñaron las piezas a los que lo deseaban y no dejaron de luchar para que los científicos se interesaran por su descubrimiento y acudieran a examinarlo. Todo en vano... ¿Por qué?
Una de las principales razones del rechazo de este descubrimiento reside en las representaciones de esas figuritas.



Representan, entre otros, dinosaurios, animales desconocidos, reptiles, algunos con características aviarias; ciertas parecen indicar una forma de domesticación de pequeños reptiles y dinosaurios, grandes monos, otras muestran representaciones de divinidades desconocidas, vida cotidiana y objetos usuales ( pipas, instrumentos de música, etc... )
¿Hombres junto a dinosaurios? ¡Todo el mundo sabe que resulta imposible!
Pero alguien, otro hereje, por supuesto, se interesó por este descubrimiento: Charles Hapgood, profesor de historia y antropología en la Universidad de New Hampshire. Se desplazó para investigar, encontrar e interrogar a los protagonistas del asunto. De su viaje, trajo algunas pruebas para analizarlas según los métodos más modernos y recientes de la época (finales de los 60).
Los resultados del carbono 14, concluidos en 1968 por el Laboratorio de Isótopos Inc. de New Jersey se sitúan desde el 1110 antes de J.C. hasta el 4530 antes de J.C.
En 1972, los fechados por termoluminiscencia hechos por la Universidad de Pensilvania sobre 2 figuritas fueron de 2.500 años antes de J.C.
Algún día los detractores de descubrimientos como Glozel, Acámbaro y otros similares tendrán que explicarnos cómo es posible falsificar objetos que, más tarde, sometidos a pruebas científicas rigurosas de fechado, termoluminiscencia y carbono 14, nos dan fechas de origen como las citadas anteriormente.

OBJETOS VOLADORES

Los primeros hombres al elevarse por los aires fueron los hermanos Montgolfier, en globo, en el año 1782. Posteriormente, el primer objeto mecánico más pesado que el aire que voló se atribuye a los hermanos Wright en 1903, aunque antes, Clément Ader, que es especialmente conocido por ser el inventor del avión, comenzó a interesarse por la aviación estudiando el vuelo de los pájaros y los murciélagos. En 1873 construyó un planeador en forma de pájaro recubierto de plumas de oca. Siguió a este un proyecto más elaborado, elÉole, propulsado por una máquina a vapor. El ingenio, una especie de murciélago motorizado con hélice y alas articuladas de 14 metros de envergadura y un peso de 300 kilogramos, piloto incluido, voló una distancia de 50 metros en 1890, pero resultó incontrolable y poco aerodinámico y se estrelló, quedando destruido.
En 1897 ensayó el Avión III. Aunque voló una pequeña distancia en un vuelo de prueba, fue incapaz de cumplir los requerimientos del Ministerio de la Guerra francés para demostrar que el invento era gobernable. Después de este fracaso Ader fue olvidado hasta poco antes de su muerte.
Sin embargo, el nombre que dio a su prototipo, avión, ha servido de base para la palabra que designa al aeroplano en algunos idiomas como el español o portugués.
Y anteriormente a todo esto, un ingeniero alemán llamado Lilienthal, les había abierto el camino al hacer volar sus planeadores.
Inicialmente, el vuelo se consideró como una imposibilidad, un sueño o una leyenda…
En 1708, en Lisboa, un padre jesuita brasileño, de vuelta de Bolivia, solicitó oficialmente del rey de Portugal Joâo V, autorización para fabricar una máquina voladora, después de exponerle los beneficios que se podían sacar de su nuevo invento. Esta máquina voladora tendría capacidad para transportar a 12 hombres y recorrer 200 millas naúticas cada 24 horas, velocidad impresionante para la época, unos 15 kilómetros por hora. La respuesta fue favorable, incluso el 17 de abril de 1709 se le otorgó una renta importante por sus trabajos.
El fuselaje estaba hecho con placas de hierro cubiertas por esteras de paja, dos globos de hierro, llevando magnetita, se apoyaban sobre columnas. Sobre la extraña red venían sujetas numerosas perlas de ámbar que "por una operación secreta” mantendrían la aeronave en el aire. El calor del sol sobre las esteras dispuestas a lo largo de la aeronave atraería supuestamente ésta hacia el ámbar.
El 5 de agosto, delante del rey y su corte, Bartholomeu Lourenço de Gusmâo hizo volar su máquina que se quemó en el aire; El 30 de octubre, nuevo ensayo de la "góndola voladora", esta vez con éxito.

*
Nombrado académico y capellán real, Gusmâo tuvo que dejar sus ensayos a causa de la Inquisición que juzgó este invento de satánico.
En 1961 Doru Todericiu, profesor de Ciencia y Técnica en la Universidad de Bucarest, sacó del olvido, un antiguo manuscrito de la biblioteca de Sibiú (Rumania). El tercer cuaderno de este libro es la obra de Conrad Haas, jefe del depósito de artillería de Sibiú, entre 1550 y 1570. Este manuscrito es un informe sobre el lanzamiento de un cohete de varios cuerpos y de una "lanza voladora”.
Se dice que en 1555, millares de testigos presenciaron el experimento que salió con éxito.
Entre los inventos de Conrad Haas figuran: Cohetes de 2 o 3 cuerpos (1529), una "casita voladora" (1536), sistemas de ignición de los cuerpos con carburante sólido (1555) o aletas de estabilización en forma de alas delta, en el mismo año.
Otro aspecto interesante que podemos comentar es que en América Central, Bolivia y Colombia se han encontrado unas veinte joyas de oro, fabricadas por los Qimbayas, de unos 5 centímetros, fechadas entre los siglos V al XI.
Han sido catalogadas oficialmente como reproducciones zoomorfas.
¿Podría tratarse, pues, de un insecto o un pájaro? Sus alas están siempre situadas por encima de su cuerpo y no sobre él. ¿Un pez raya?, no tienen aleta caudal. ¿Un pez volador?, tienen aletas en forma de ala de libélula, no en forma de ala delta, y finalmente, al contrario del plano de deriva de los aviones, su aleta caudal es simétrica, hacia arriba y hacia abajo.
En 1898, se encontró en una tumba de Saqqarah en Egipto, un objeto alado fechado en 200 años antes de Jesucristo. Puesto que los aviones no existían en el Egipto antiguo, fue catalogado como figurita de ave de madera y clasificado bajo el número 6347 en la “sección de los juguetes" en el sótano del museo de El Cairo.
Fue olvidado hasta 1969, cuando el Dr. Khalil Messiha que estudiaba las maquetas de los antiguos egipcios, se interesó por esta ave tan rara de formas aerodinámicas parecidas a nuestros planeadores modernos, cuya cola es vertical y no horizontal, con una inscripción: "donación de Amon", dios del viento.
El objeto, de sicómoro ligero, una planta de la familia de las Moráceas, que es una higuera propia de Egipto, con hojas algo parecidas a las del moral, de fruto pequeño y color blanco amarillento, de madera incorruptible, que usaban los antiguos egipcios para las cajas donde encerraban las momias. Pesa 39 gramos, mide 14 centímetros de largo sobre 18 de envergadura. Sus alas tienen la forma de un diedro inverso, lo que asegura una gran estabilidad durante el vuelo. Está perfectamente centrado; su centro de gravedad está situado en la tercera parte de la cuerda del ala y como lo han demostrado las réplicas de balso, está dotada en la cola de una pieza hendida que hace de timón de profundidad.
Actualmente está catalogado como maqueta de avión, igual que otros quince artefactos alados, ¿quién podía dominar semejantes conocimientos aerodinámicos 2.200 años atrás?, ¿cómo se alcanzó tal ciencia?...