Vida Extraterrestre

Para comenzar un sugestivo diálogo de la película «Contact». Basada en la novela de Carl Sagan, entre dos de sus protagonistas principales; Ellie Arroway (Jodie Foster) y Palmer Joss (Matthew McConaughey) :

Ellie Arroway: Verás, hay 400.000 millones de estrellas solo en nuestra Galaxia. Si solo una de cada millón tuviera planetas, y de esas, en una de cada millón hubiera vida, y si solo en una por millón de esas hubiera vida inteligente, habría literalmente millones de civilizaciones.
Palmer Joss: Si no fuera así… ¡cuanto espacio desaprovechado!
Ellie Arroway: ¡Amén!

En la década de los 60 los astrónomos Carl Sagan y Frank Drake fueron los primeros en proponer la idea de la existencia de otras civilizaciones dentro de nuestra propia galaxia, y que acabó con la ecuación que Frank Drake presentó en 1961, que permite un cálculo probabilístico de cuántas civilizaciones extraterrestres existirían en nuestra galaxia con la capacidad de comunicarse por medio de señales de radio. La ecuación es la siguiente:

N = R* x fp x ne x fl x fi x fc x L ; siendo:

N = Número de civilizaciones tecnológicamente avanzadas.
R = Número total de estrellas en la vía láctea.
fp = La fracción de esas estrellas que tienen sistemas planetarios.
ne = Número de planetas apropiados para la vida, por cada sistema planetario.
fl = La fracción de esos planetas donde se desarrolla vida.
fi = La fracción de esos planetas donde se desarrolla la inteligencia.
fc = La fracción de esos planetas capaces de comunicarse mediante señales de radio.
L = La fracción de tiempo de vida del planeta durante la cual vive la civilización

El número de total de civilizaciones inteligentes que la fórmula de Drake deducía ascendía a un millón.
Con los conocimientos actuales se le han añadido aspectos que en aquel entonces no se tuvieron en cuenta y que dan como resultado que los cálculos de Drake eran un poco optimistas.
No obstante, de lo que si están convencidos los astrónomos que intentan encontrar otros planetas parecidos a la Tierra es que ahí fuera existen, con toda probabilidad, otras civilizaciones inteligentes con tecnología para poder comunicarse con nosotros.

Pero comencemos por el principio.

Desde la aparición de nuestra especie hemos desarrollado una tendencia a considerarnos superiores a cualquier hecho o circunstancia. Sin embargo, el homo sapiens-sapiens a lo lardo de su historia ha tenido que expresar su necesidad de superioridad en ámbitos cada vez más restringidos: superioridad religiosa, racial, étnica, tribal, de casta, de estirpe, de sexo, etc. Como es lógico, nuestro planeta no podía escapar a la misma obsesión. Durante miles de años la Tierra ha sido considerada como un globo inmóvil alrededor del cual giraban los demás objetos celestes conocidos. Este sistema geocéntrico convertía a nuestro Planeta en el ombligo del Sistema Solar.
El desarrollo de la Astronomía a partir de Copérnico, Galileo, Kepler y Newton, llevó a la teoría del sistema heliocéntrico que convertía temporalmente al Sol en el ombligo del Universo.
Ahora sabemos que no es así. La invención de telescopio en 1608 llevaba al primer telescopio astronómico en 1630. A partir de ahí hubo continuos avances tecnológicos. El telescopio refractor fue seguido por el telescopio reflector, y este por el telescopio combinado reflector-refractor, hasta llegar al telescopio espacial Hubble. Combinado con el invento del espectroscopio en 1814 todos estos avances han aumentado el conocimiento del Universo a niveles que hace solamente 100 años hubieron sido inimaginables.
También sabemos que nuestro Sol es una estrella de una magnitud absoluta de 4,7 y está perdida en un lugar no muy significativo de nuestra Galaxia.
Originalmente la Vía Láctea se refería al agrupamiento de estrellas que no se podían observar a simple vista y que aparecen como una banda débilmente luminosa a través del cielo, detrás de los más o menos 6.000 estrellas visibles. Ahora el nombre se aplica a toda la galaxia.
Contiene entre doscientos mil y cuatrocientos mil millones de estrellas, y tiene la forma de una gran espiral con varios brazos que se enroscan alrededor de un núcleo central, de un diámetro de unos 100.000 años luz, que probablemente es un enorme agujero negro. Nuestro Sol está situado a unos 30.000 años luz de este centro (un año luz equivale a 9.460.800.000.000 km.)
Más impresionante todavía es que nuestra galaxia es solamente una entre 100.000 millones. O sea, que materialmente hay miles de trillones de estrellas en el universo, cada una potencialmente el centro de un sistema solar. Con estas cifras parece increíble que lo políticamente correcto siga siendo la consideración de que la vida inteligente es un hecho singular limitado al "planeta elegido". Parece que lo único aceptable es discutir e investigar sobre la posibilidad de que haya existido vida celular en Marte y que la posibilidad de vida extraterrestre o, mejor dicho, extrasolar pertenece al campo de la ciencia-ficción.
Hay una ciencia específicamente dedicada al tema, la Exobiología, que estudia la posibilidad de existencia de vida inteligente fuera de nuestro sistema solar. Hay sólidos argumentos científicos que apoyan esta posibilidad. Los descubrimientos de la astronomía moderna sugieren que un gran número de estrellas podrían tener planetas girando a su alrededor, en donde podían existir las condiciones adecuadas. Los radioastrónomos han detectado diferentes clases de moléculas en el espacio interestelar, incluyendo los complejos compuestos orgánicos que son considerados como los precursores de los procesos vitales, que indica que existen posibilidades de que las reacciones químicas que llevan a la vida pueden estar presentes en otros lugares del Universo.
No es que haya demasiadas discusiones y teorías científicas sobre el tema, pero parece haber muchas presiones para no divulgarlas al público en general.
Existen proyectos que investigan la probabilidad de que emisiones de radio y de otro tipo, producidas por cualquier civilización avanzada, puedan ser detectadas en la superficie terrestre. El más importante es el proyecto SETI (búsqueda de inteligencia extraterrestre) iniciada por la NASA en 1992. Su objetivo: ya sea por medio del análisis de señales electromagnéticas capturadas en distintos radiotelescopios, o bien enviando mensajes de distintas naturalezas al espacio con la esperanza de que alguno de ellos sea contestado.

Hasta la fecha no se ha detectado ninguna señal de claro origen extraterrestre, sin incluir la todavía sin definir Señal WOW: nombre por el cual se conoce en círculos astronómicos a una captación de radio que constituiría el único mensaje recibido hasta la fecha que podría tener un origen extraterrestre y haber sido emitido por seres inteligentes.
El 15 de agosto de 1977, a las 23.16, el radiotelescopio Big Ear recibió una señal de radio de origen desconocido durante exactamente 72 s, proveniente de la zona oeste de la constelación de Sagitario y alcanzando una intensidad 30 veces superior al ruido de fondo.
De acuerdo al protocolo utilizado, esta señal no fue grabada sino que fue registrada por la computadora del observatorio en una sección de papel continuo diseñada para tal efecto. Unos días después, el joven profesor de la Universidad del Estado de Ohio Jerry R. Ehman, que estaba trabajando como voluntario en el proyecto SETI revisando los registros de la computadora, descubrió atónito la señal anómala más intensa que se hubiera detectado hasta entonces por un radiotelescopio. La señal fue conocida como Wow debido a la anotación que Jerry Ehman hizo en el papel continuo, denotando su sorpresa y emoción. La secuencia de dicha señal fue: 6EQUJ5.
En la actualidad aún se investiga si esta señal de radio proviene de una civilización extraterrestre inteligente.
Hasta ahora no ha se ha tenido más éxito (que sepamos), lo que no es muy sorprendente ya que de hecho si aceptáramos una cifra conservadora de tan solo un centenar (del millón que proponía la fórmula de Drake) de civilizaciones en nuestra galaxia, y calculando que esta contiene entre 200 y 400 mil millones de estrellas, esto significaría que solamente existe la posibilidad de que una entre dos y cuatro mil millones pueda pertenecer a este grupo.
Sin embargo, fíjense, si calculando la cifra de solo un centenar de civilizaciones por galaxia nos daría un total de nada menos que 10 billones de sistemas solares con planetas contenedores de vida inteligente en el universo conocido. ¡Asombroso!. Entre estos podría haber de todo, desde vida inteligente todavía primitiva en estrellas mas jóvenes que nuestro Sol, hasta civilizaciones infinitamente más avanzadas que la nuestra en sistemas solares mucho más antiguos.

Ahora bien, también hay que tener en cuenta otros factores. Por ejemplo, para conocer en cuántos de ellos puede haber tecnología con la cual pudiésemos comunicarnos habría que saber cuán probable es que esta surja cuando las condiciones de un planeta son las adecuadas; cuán factible es que evolucione hasta generar seres inteligentes y, por último, cuán posible es que estos formen una sociedad de orientación tecnológica.
La consideración de todos estos factores escapa al dominio de la astronomía y es de competencia de ciencias como la bioquímica, la biología o la sociología.
Según las estimaciones de varios científicos es posible que en uno de cada cien planetas surja una civilización técnicamente avanzada. Por tanto, en la Vía Láctea habría cien millones de planetas en los que en algún momento de su desarrollo surgió una civilización tecnológica.
No todas las civilizaciones evolucionan forzosamente hacia sociedades tecnológicas. Desgraciadamente, con ellas –por el momento– no podríamos comunicarnos. Por eso, nuestra atención se centrará en las civilizaciones tecnológicas, no porque las consideremos "las más avanzadas" o las mejores del cosmos, sino porque solo con ellas podríamos en nuestras condiciones actuales entrar en contacto.
Más urgente que conocer cuántas civilizaciones esperamos estén ahí, en algún lugar de la Vía Láctea, a la espera de comunicarse con nosotros, es importante resolver un problema crucial: saber cuál es la longevidad de una civilización técnicamente avanzada. ¿Cuánto vive una civilización de esta naturaleza antes de autodestruirse o de sucumbir frente a problemas provocados por ella misma y que es incapaz de resolver?
Ante esta conjetura se nos presentan dos opciones:
1 - Si las civilizaciones avanzadas carecieran de la sabiduría suficiente como para superar los problemas que trae consigo el avance tecnológico, y solo vivieran (por ejemplo) cien años, los cien millones de civilizaciones de nuestra galaxia ya estarían extinguidas.
Para saber cuántas están vivas hoy, basta con averiguar qué porcentaje representa cien años en relación con la edad de la galaxia, una vida del orden de los diez mil millones de años. La proporción es uno a cien millones. Eso significa que hoy estaría viva solo una de los cien millones que hayan existido en la Vía Láctea: la nuestra.
2 - Supongamos que una civilización técnicamente avanzada viviese mucho tiempo, unos cien millones de años, por ejemplo, y que fuera capaz de solucionarse todos los problemas que se le presentaran. En ese caso habría en toda la galaxia un millón de civilizaciones que estarían vivas hoy y con las cuales podríamos, en principio, establecer contacto mediante ondas de radio.
Este número (un millón de civilizaciones) puede parecer muy grande, pero las posibilidades de hablar por teléfono de ida y vuelta en vivo con nuestros vecinos más próximos serían menores y poco excitantes si se recuerda que la distancia entre nosotros y las estrella más cercana es de unos cuatro años-luz. Aún si lográsemos saber exactamente cuál estrella contiene el planeta donde está la civilización más cercana a la nuestra, la posible conversación con sus miembros no sería fácil. Si en este momento dijésemos ¡Hola!, nuestro llamada demoraría algo más de cuatro años en llegar a ellos; si respondiesen de inmediato pasarían otros 4 años antes de que su respuesta a nuestro saludo llegase de vuelta.
Desde un punto de vista científico, no obstante, sería posible soslayar esta dificultad con la tecnología necesaria. Por ejemplo, los tripulantes podrían hacer el viaje en animación suspendida. O más simple, la duración del viaje sería reducida a mínimos si se realiza a través de una dimensión superior, como ocurre con la hipótesis del universo multidimensional, que hoy día empieza a ser aceptada por el prisma científico, o mediante un agujero de gusano, también conocido como puente de Einstein-Rosen. Es una hipotética característica topológica del espacio-tiempo, descrita por las ecuaciones de la relatividad general. Se trataría esencialmente de un "atajo" a través del espacio y el tiempo. Un agujero de gusano tiene por lo menos dos extremos, conectados a una única "garganta", pudiendo la materia 'viajar' de un extremo a otro pasando a través de ésta.
Para nuestra tecnología actual, por el momento, esto suena a ciencia-ficción, pero nunca nos hemos parado a pensar en una civilización que nos llevara cien mil o mejor aún un millón de años de adelanto, y que hubiera sido capaz de solucionar todas las complicaciones que el avance tecnológico les presentara, posiblemente podrían haber solucionado hace tiempo el problema de las distancias. Incluso podrían estar visitándonos ya.
Entonces, ¿por qué hay tanta resistencia para aceptar lo que parece obvio? ¿Por qué insistir que la vida inteligente en la Tierra es un hecho singular, irrepetible y único? Aquí tenemos el quid de la cuestión. La resistencia a aceptar la posibilidad de vida inteligente extrasolar es de inspiración religiosa. Hecho que analizaremos ahora, pero no hay que olvidar, además de las ya comentadas dificultades científicas, el militar. Si una gran superpotencia fuera capaz de hacerse y descifrar su tecnología podría convertirla en una preeminencia mundial. De ahí que intenten desacreditar el tema ante la opinión pública, aunque otro hecho bien diferente es su actuación de puertas para adentro.
En cuanto al religioso, ¿imagínense el problema teológico para las grandes religiones terrenales si se descubriesen otras civilizaciones en el Universo. ¿Tendrían éstas religión? ¿Habría Cristianismo, Budismo, o Islam?
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En civilizaciones con más o menos el mismo nivel de desarrollo que la nuestra existirá probablemente el hecho religioso. Igualmente probable es que haya tomado formas diferentes al nuestro. En la Tierra cada religión mantiene que es la única, una defensa imposible si se demostrase a cada una de ellas que no es universal, y que a Díos le importaría un bledo bajo que disfraz y bajo que nombre los creyentes le veneraran.
Para finalizar, comentar que la estrella más cercana al Sistema Solar es Alpha Centauri C a una distancia de 4,3 años luz o unos 40 billones de Kms.