Curiosidades de la Historia

Tres intentos pseudocientíficos de los nazis para entender el Mundo y el Universo

Teoría del hielo


La Alemania Nazi acunó a decenas, e incluso es probable que a centenares de individuos defensores de las más singulares y no pocas veces descabelladas teorías sobre el origen del Hombre y el Universo. Acorde con la irracionalidad que marcó muchas de las acciones del régimen, los departamentos científicos de las SS apadrinaron y subvencionaron estudios e investigaciones diversas, como las de Hans Hörbiger, artífice de la Welteislehre-WEL o Teoría del Hielo Mundial. La creación se explicaba según este personaje, elevado a la categoría de sabio incuestionable por los nazis, por una puja constante entre el fuego y el hielo, materias primas de la creación, de cuya confrontación surgía la materia que conocemos. Se trataba de una lectura que con un lenguaje supuestamente científico transmitía la misma filosofía maniquea que tanto gustaba a Adolf Hitler y a los filósofos del Tercer Reich.

Las SS apadrinaron y subvencionaron estudios e investigaciones diversas, como las de Hans Hörbiger, artífice de la Welteislehre-WEL o Teoría del Hielo

La concepción de Hörbiger era una suerte de enmienda a la totalidad de los postulados vigentes en la física y la astronomía, una negación implícita a los hallazgos de Kleper, a los del judío Einstein y a los hombres que habían grabado su nombre con letras de oro en la historia del conocimiento humano. No había nada que escapara de la cosmogonía hörbigerniana: el origen del universo, el desarrollo de la vida, la mecánica celeste, las manchas solares provocadas cada once años por los trozos de Júpiter impactando con el Sol, la aparición de las razas, el auge y caída de civilizaciones como la de Tiahuanaco...para todo había un hueco en la teoría de aquel personaje barbado, de impetuoso carácter nacido en Viena en el 29 de noviembre de 1860. El punto de partida de sus absurdas propuestas fue una simple anécdota, un hecho fortuito que encajó las piezas del rompecabezas que por aquel entonces ya debía de atenazar a su intelecto. Su formación como ingeniero en la Universidad Técnica de Viena le llevó a trabajar finalmente en “Land”, una empresa de Budapest en la que ejercía el puesto de especialista en compresores. Allí desarrollaría en 1894 un novedoso sistema de llaves de acero para compresores y bombas cuya patente vendería por una fortuna a industriales germanos y estadounidenses, agenciándose un colchón económico que le permitió profundizar en sus investigaciones. En este marco surge su revelación, cuando contempla la explosión de una pequeña porción de suelo donde poco antes había visto caer una gota de acero. El fuego del acero había colisionado con el frío de la nieve desencadenando una reacción que no tardó en trasladar al mismísimo origen de la creación.
La formación de Universo según comenzó a entender a partir de aquel momento se producía por el choque de estas dos fuerzas, frío y el calor, poblándose el espacio de grandes bloques de hielo como materia prima que describiendo un movimiento en espiral terminaban por chocar contra las estrellas generando planetas. Así, el impacto del hielo cósmico con el fuego de los soles desprendía masas de materia que una vez solidificas formaban los planetas y por consiguiente los sistemas planetarios. No necesariamente la explosión tenía que ser inmediata. Se admitía que el hielo cósmico penetrase en la estrella y que al cabo de miles o cientos de miles de años la hiciera reventar al no poder soportar la presión del vapor de agua generado. Ello implicaba a su vez el mantenimiento de ese movimiento en espiral y la inevitable consecuencia de una destrucción futura cuando nuevamente los cuerpos planetarios volvieran a precipitarse sobre las incandescentes estrellas.
La consecuencia concreta para la Tierra de lo ocurrido en nuestro sistema solar –que inicialmente habría contado en la teoría de Hörbiger con una treintena de planetas– fue la de tener durante su historia cuatro satélites, cuatro lunas que una tras otra habrían ido ocupando su órbita en espiral. Estas masas de hielo a lo largo de millones de años se fueron precipitando sobre nuestro planeta provocando cataclismos que cambiaron la geología, el clima y las formas de vida existentes hasta ese momento. El desenlace fatal era precedido por cambios gravitatorios que generaban mutaciones en las especies vivas.

"El desenlace fatal era precedido por cambios gravitatorios que generaban mutaciones en las especies vivas."

Los océanos subían o bajaban en función de cómo se acercaban o alejaban las lunas, así como la estatura de las criaturas en función de la fuerza gravitatoria que ejercían. Hörbiger falleció en 1931 pero su influencia se dejó sentir durante muchos años al determinar sus teorías algunas decisiones estratégicas y diversos ensayos y expediciones científicas.

Geología terrestre y nubes de Kordylewski

Enfrascado en la búsqueda de satélites troyanos o secundarios en la órbita lunar, en la década de los cincuenta del siglo pasado el astrónomo polaco Kazimierz Kordylewski (1903-1981) localizó grandes concentraciones de polvo cerca de las posiciones estimadas para la existencia de tales satélites, acumulaciones de materia que tras detectarlas a simple vista pudo fotografiar años después desde su observatorio de Cracovia en la primavera de 1961, confirmándose su existencia a través de otros medios, y en 1975 gracias al Orbiting Solar Observatory (OSO).

El astrónomo polaco Kordylewski localizó grandes concentraciones de polvo cerca de las posiciones estimadas para la existencia de satélites troyanos o secundarios en la órbita lunar

Aunque su naturaleza última todavía es objeto de discusión, desde hace unos años un estudioso español defiende de forma independiente una singular teoría geocíclica partiendo de su existencia. Con un aspecto un tanto excéntrico y el auxilio de decenas de centenares de gráficas, estadísticas y recortes de prensa, Guillermo Rodríguez sostiene que el polvo de las nubes de Kordylewski actúa sobre la geología terrestre influyendo en el desarrollo de terremotos, erupciones y otras catástrofes naturales.
“Mientras estudiaba astrofísica en la Universidad de Burdeos en 1968 –nos confiesa– supe de la existencia de las nubes del polvo de Kordylewski. Una nube estaría entre la Luna y la Tierra, donde las atracciones de ambas son iguales, y otra estaría detrás de la Luna. Habría varias más; una a 180º de la Luna y las dos restantes a 60º antes y después de nuestro satélite. La radiación del sol, su viento solar, empuja las partículas de polvo de éstas nubes y las hace caer sobre ciertos lugares de la Tierra, provocando estos fenómenos, que se ven influidos también por los ciclos lunares al compartir prácticamente la misma órbita.”
En cuanto al mecanismo de esa influencia sobre la geología terrestre Rodríguez reconoce no tenerlo del todo claro y sugiere que sería necesario localizar su ubicación exacta para predecir los ciclos de su influencia, e incluso llegado el momento, actuar sobre tales nubes para evitar sus catastróficos efectos.
“Esas partículas de polvo interplanetario –nos aclara– deben contener cierta radiactividad y no estar ionizadas, de tal manera que no son desviadas por el campo magnético terrestre como ocurre con el viento solar. Su efecto podría estar en la ionización del aire de la atmósfera, provocando efectos tan variados como borrascas y fenómenos meteorológicos de mayor envergadura, accidentes aéreos al afectar a los pilotos, o terremotos, en este caso al chocar en oleadas contra la corteza terrestre, a través de un fenómeno de resonancia. En cuanto a los volcanes podría actuar alguna partícula especial que desencadenara las erupciones, y hablando ya de otros efectos, su entrada en la Tierra podría alterar las moléculas del aire y provocar comportamientos agresivos en las personas, que conducirían a guerras civiles, matanzas, crímenes, etc.”
Guillermo Rodríguez no conoce el desaliento y gracias a su perseverancia y tenacidad ha logrado exponer su teoría en diferentes eventos internacionales vinculados con la predicción de catástrofes naturales, aunque sus detractores le echan en cara entre otras cosas que aplique su teoría a aspectos tan alejados de la astronomía y la geología como la predicciones de los números de la Lotería Nacional o la muerte de Diana de Gales.

El catastrofismo de Immanuel Velikovsky

El catastrofismo aplicado con rigor a la historia de la astronomía y de la geología en la Tierra puja con fuerza por ganar respetabilidad en el ámbito científico. No es desde luego una tarea fácil, pero fuera de cualquier prejuicio cimentado en las erróneas aproximaciones del pasado, es legítima en tanto y cuanto cada vez sabemos más a cerca de como el impacto de cuerpos cósmicos ha sido determinantes para modelar nuestro planeta, alterar su clima y ecosistemas, e incluso influir de manera variable en las civilizaciones que nos han precedido. Mientras, la NASA acaba de estrenar un cortometraje en esta línea bajo el título Colisiones Cósmicas. En la historia de la astronomía se escribieron varías páginas con tintes catastrofistas hace más de medio siglo, de la mano del psiquiatra ruso Immanuel Velikovsky. Su obra más notoria Mundos en Colisión, causó tal conmoción que durante décadas sus defensores mantuvieron la vigencia de sus muchas veces insostenibles propuestas frente a los numerosos detractores que encontró en ramas del saber como la astronomía, la historia, la arqueología e incluso las religiones.

Hace más de medio siglo, en la historia de la astronomía se escribieron varías páginas con tintes catastrofistas de la mano del psiquiatra ruso Immanuel Velikovsky

El núcleo de Mundos en Colisión presenta al planeta Venus, a la Tierra y a Marte como planetas que hasta épocas muy recientes, apenas unos 2.800 años, mantenían choques y fricciones, con cruces en sus órbitas que generaban todo tipo de cataclismos. El recuerdo de tales acontecimientos había sido computado por las civilizaciones del pasado en sus mitos, desde el Diluvio Universal a los combates entre dioses, oportunamente localizados en las más diversas fuentes por Velikovsky y adaptados sin demasiados miramientos a sus teorías. De los muchos puntos flacos que presentaba su popular trabajo uno de los principales fue el intentar ajustar los acontecimientos cósmicos y geológicos, así como la cronología de las civilizaciones, a la que presenta la Biblia, tomándola como hechos históricos literales.