Criptozoología (2)

PIE GRANDE

Es quizás una de las criaturas más famosas en la criptozoología junto al Monstruo del Lago Ness o el Yeti.
Pie Grande es el nombre dado para describir a una enorme criatura que se presume, vive en las áreas salvajes de Estados Unidos (el noroeste del Pacífico, los Grandes Lagos, las Montañas Rocosas, los Bosques Meridionales o los del Noreste) y al sudoeste de Canadá. Un término alternativo con el que se le conoce es Sasquatch en idioma aborigen o Bigfoot en inglés.
El fenómeno moderno de Pie Grande comenzó en 1958 con informes acerca de enormes huellas aparecidas en el condado de Humboldt (California), aunque la mayoría de los encuentros, incluyendo los más conocidos, se han producido generalmente en el noroeste del Pacífico. De la misma forma, también se han descrito otros avistamientos similares a través de toda Norteamérica.
Ha habido muchos encuentros con criaturas enormes, peludas y simiescas o de criaturas similares a hombres salvajes, así como descripciones de inexplicables y enormes huellas humanas que datan desde finales del año 1700; algunos investigadores han argumentado que estos encuentros son coincidentes con los actuales noticias de Pie Grande.
Los testigos que le han avistado generalmente informan de características similares: Una gran criatura simiesca bípeda normalmente de una altura de 2,1 a 2,7 metros, con amplios hombros y estructura robusta. La cabeza es pequeña, puntiaguda y baja; en ocasiones con un cresta en la punta del cráneo. Los ojos son descritos generalmente como pequeños y ocultos bajo una frente pronunciada. A excepción de la cara, manos y pies, una fina capa de pelo cubre su cuerpo. El color del cabello es frecuentemente marrón o negro, aunque tiende a ser rojizo, arenisco o con brillos plateados.
Las enormes huellas similares a un pie humano le dieron a esta criatura su nombre. El ecologista Robert Michael Pyle las describe: “Las huellas usualmente miden de 38 a 45 centímetros de largo, tienen cinco dedos, un músculo boludo doble y un arco escasamente pronunciado”. Aunque Pyle no lo menciona, las huellas más discutidas son mucho más anchas que un pie humano, quizás de 18 o 20 centímetros de ancho.
Un desagradable y fuerte olor es asociado con Pie grande, descrito como de heces, drenaje, o un acentuado olor del cuerpo humano.
Los sonidos que emite, se describen, como un chillido o silbido agudo, o un grave gruñido, al igual que el Yeti. Por lo que algunos criptozoologos especulan que puede ser una especie emparentada con éste; la cual pudo haber llegado a América a través del Estrecho de Bering durante la última glaciación, al igual que lo realizado por los ancestros de los pueblos Amerindios, e igualmente por muchos animales.

Con respecto a la dieta de Pie Grande, el antropólogo Grover Krantz escribe que: “Los tipos de alimento que son consumidos por los Pié Grande son descritas por muchos observadores; pero cuántos de estos informes son exactos es una cuestión de opinión.” También agrega, “a grandes rasgos describiría a Pie Grande como omnívoro. Es principalmente un vegetariano y se puede describir como un carnívoro oportunista”.
La mayoría de los avistamientos son de noche y reportados por testigos solitarios, raramente los testigos son múltiples, lo que lleva a especular que Pie Grande es una criatura nocturna, algunos describen algo que Pyle denomina como “brillo rojizo ocular”, similar al de reconocidos animales nocturnos. De la misma forma, son más comúnmente descritos avistamientos de machos que de hembras.
Mucho se ha escrito sobre el tema, demostrándose una amplia variedad de puntos de vista.
Como curiosidad comentar que en el condado de Skamania en Washington se aprobó una ley en 1969 que dice: “Cualquier agresión voluntariosa, insensible de tales criaturas será juzgada como un crimen sujeto a una multa o a encarcelamiento substanciales”. El hecho fue que esta legislación aprobada el 1 de abril, no pasó desapercibida para el público, y Conrad Lundy, comisionado del Condado declaró: “esta no es una broma del día de los inocentes, se tienen razones para creer que tal animal existe.”.
En 1967 se filmó el documento más impresionante que hasta la fecha de posee de un Pie Grande. De este procede la imagen que acompaña este artículo. Nueve metros de película en color de 16 mm. El autor de la cinta se llamaba Roger Patterson, en octubre de ese año cabalgaba junto a Bob Gimlin por los remotos bosques de la región de Bluff Creek, en el norte de California, en busca de algún rastro de la extraña criatura. Sus caballos retrocedieron atemorizados cuando, de improviso, se hallaron frente a un Pie Grande hembra, en cuclillas junto a un arroyo. Patterson desmontó de un salto, tomó su cámara y echó a correr tras la figura que se alejaba. Antes de perderse de vista entre los árboles, la criatura se volvió para mirar a los hombres.
Los interrogantes que plantea la cinta aún no han sido desvelados a satisfacción de todos. Ha sido analizada en numerosas ocasiones desde entonces, y aunque nadie ha podido probar hasta la fecha que sea una falsificación.
Los hombres de ciencia se muestran escépticos sobre el particular. Mientras tanto, los testimonios sobre apariciones continúan produciéndose, intrigando reiteradamente a todos aquellos que reflexionan acerca de su posible existencia.

EL YETI

El Yeti es un ser bípedo conocido en toda la cordillera del Himalaya.
Fue en ella, donde el alpinista Eric Shipson logró realizar las primeras fotografías de las supuestas huellas del hombre de las nieves. Medían 29 centímetros de longitud y 14 de anchura. Quien dejó aquellas huellas medía más de dos metros de altura.
Edmund Hillary, uno de los alpinistas que alcanzó la cumbre del Everest, escribió: “Sen Tensing, uno de mis más expertos sherpas, me aseguró haber visto un yeti. Al año siguiente hallé un mechón de pelo negro a 5.800 metros de altitud. Mis sherpas me aseguraron que era un vello del yeti y lo tiraron atemorizados.”
A partir de entonces, los académicos chinos comenzaron a interesarse por el asunto. Han sido muchos los testimonios que cuentan haberse topado con esta criatura.
Yuan Zhening, paleoantropólogo de la Academia de Ciencias Chinas, que ha efectuado varias expediciones en busca del yeti, reveló en el año 2000 al diario The New York Times que probablemente existan varias familias de estas criaturas en las diversas regiones de China.
En el Tíbet recibe el nombre de metoh kangmi. Camina ligeramente inclinado hacia delante. Tiene todo el cuerpo cubierto de pelo lacio y fuerte, salvo la cara, de piel blanca o rojiza; el pelaje es más corto en el pecho y por debajo de las rodillas. La cabeza es ovalada y puntiaguda. Tiene la frente pronunciada, los ojos hundidos y las mandíbulas muy fuertes. El cuello y la espalda son anchos y musculosos. Los brazos llegan hasta las rodillas y las piernas son fuertes y arqueadas. Los pies, anchos, están cubiertos de pelo. Desprende un olor característico. Tiene costumbres nocturnas y rehuye al hombre.
Se deduce que es un animal omnívoro. El análisis de los excrementos que se han encontrado junto a los rastros confirma esta hipótesis: contienen materia vegetal, huesos de pequeños mamíferos y aves, y restos de grandes insectos. Además, se han descubierto en esos excrementos tres nuevas especies de parásitos intestinales, lo que sugiere que su huésped es una especie desconocida.

Pero, como comentaba anteriormente existen varias familias:
El gran yeti, llamado dzu-teh (chuti) por los sherpas, rimi por los montañeses tibetanos y migyur en Bután, mide entre 2 y 2,75 metros de altura. Tiene las cejas prominentes. Su pelaje está formado por dos capas: una interna, espesa, de pelo corto rojizo, y otra más suelta, formada por largos pelos grisáceos, pardos o negros. El ADN de una muestra de largos pelos negros recogida en Bután ha sido analizada en 2001 en el Instituto de Medicina Molecular de la Universidad de Oxford, con el resultado de que no se ha podido identificar el animal del que procede. Sus huellas miden más de 30 centímetros. Vive entre los 3000 y los 4000 metros en el Tíbet y el norte de Nepal, Sikkim y Bután, aunque posiblemente sea el mismo primate gigante que, con distintos nombres, es conocido en el sur de China y por todo el sudeste asiático.
Probablemente está emparentado con el Gigantopithecus, un enorme simio antropoide terrestre de más de 2 metros de altura, conocido sólo por sus dientes y algunos fragmentos de mandíbula descubiertos en la India, Vietnam y China, desaparecido en el pleistoceno medio, hace unos 400.000 años.
El pequeño yeti, llamado yeh-teh o mi-teh (mitre) por los sherpas, rackshi bompo por los montañeses tibetanos, jungli admi en Bután, sogpa o shukpa en Sikkim, vanamanusha en Cachemira y bamanush en Bangladesh, es rechoncho y de la talla de un hombre, o algo menor, entre 1,4 y 1,7 metros. Su pelaje es espeso, de color rojizo; algunos pelos, analizados en el Museo de Historia Natural de París, han sido identificados como pertenecientes a un primate desconocido, emparentado con el orangután (Pongo pygmaeus). Tiene las mejillas cubiertas de pelo marrón, la nariz chata, los labios anchos y los dientes largos. Las manos son grandes. Sus huellas, de aspecto humano, miden unos 25 centímetros de largo por 12 de ancho y tienen 4 ó 5 dedos.
Según los montañeses tibetanos, existe un tercer tipo de yeti, al que llaman nyalmo o mi-chen-po. Es un gigante carnívoro, antropófago, de 4 a 5 metros de altura, que habita en cuevas inaccesibles por encima de los 4000 metros y se desplaza en grupos. De estos titanes existen pocos testimonios, pero parece ser que también se han encontrado sus huellas, de 45 a 60 centímetros de longitud.
Otra forma de yeti en sentido amplio es el teh-lma o pyar-them, un pequeño bípedo nocturno de 45 a 90 centímetros de altura, de pelambre gruesa y rojiza y breve melena, que habita en las selvas de baja altitud del Nepal, donde se alimenta principalmente de ranas que atrapa en los ríos. Puede ser una especie de gibón, aunque éstos no se conocen al norte del Bramaputra.
Chuchuna es la versión rusa del Yeti. Habita supuestamente en el frío eterno de Siberia y, al igual que sus parientes Sasquatch, Yeti y Pie Grande, es muy difícil verlo.
S. Nikolayev, miembro directivo de la Academia Yakutiense, propuso como explicación que Chuchuna es uno de los últimos sobrevivientes de los aborígenes paleoasiáticos siberianos, que buscó refugio en las regiones más inaccesibles de los ríos Yana e Indigirka.
Un último detalle: en la India, la región del monte Everest, donde no vive ninguna especie conocida de primate, se llama Mahalangur Himal, las montañas de los grandes monos.

LOS ALMAS DE RUSIA

En diciembre de 1941, cuando las tropas alemanas invadieron Rusia, el Ejército Rojo atrapó un particular prisionero. Parecía un hombre, pero no lo era. Más bien parecía un ancestro de los seres humanos. La captura tuvo lugar en Daguestán, en un enclave montañoso y boscoso que se ubica en la frontera rusa con Turquía, bastante hostil para un ser humano.
En un comienzo pensaron que se trataba de un espía, pero cuando lo tuvieron cerca y apresado, de inmediato averiguaron que no y los oficiales a su cargo solicitaron la presencia de un médico castrense para examinar a la extraña criatura.
Vargen Karapetian fue el encargado de hacerlo. Aparentemente el prisionero, más que un simio, parecía un hombre en estado primitivo y con ciertos rasgos prehistóricos. Todo su cuerpo estaba cubierto por un vello pardo e híspido. Tenía los brazos largos y caidos, pero las piernas cortas y robustas. Medía 1,80 m. de altura y parecía temeroso.
Tras examinarlo, el médico acabaría escribiendo: “Lo que más impresionaba eran sus ojos, fijos en algo invisible, vacios…los ojos de una bestia. Recomiendo liberarlo.”
Pero eran tiempos de guerra y el extraño prisionero fue ejecutado.
Más tarde se descubriría que no se trataba del único hominido de esas características que habitaba en aquellos lares. La tradición, supieron más tarde, los llamaba almasi o almas. Era así como un yeti, pero su aspecto se asemejaba más a un ser humano.
De acuerdo a los postulados de muchos estudiosos, que iniciaron investigaciones más serias al respecto una vez que concluyó la Segunda Guerra Mundial, los almas habitan las vastísimas tierras que se extienden desde el Cáucaso hasta Mongolia, especialmente los valles y bosques, en los cuales apenas viven representantes de la raza humana.
Poco después, y tras los primeros estudios, Boris Porchev, director del Departamento de Historia de la Academia de Ciencias de Rusia, escribiría lo siguiente en su informe sobre estas criaturas: “Es un omnívoro que camina en posición erguida y que fue empujado por los hombres, en el curso de los últimos siglos, a zonas cada vez más restringidas. Su estructura es aproximadamente la humana, y el color de su pelaje está a medio camino entre el gris y el rojo oscuro. Su cabeza se apoya sobre los hombros, ya que casi no tiene cuello. Desde el punto de vista anatómico se parece mucho al hombre, pero no lo es.”
Porchev, tras recorrer miles de kilómetros recogiendo testimonios y pruebas de su presencia, concluyó que por su aspecto y comportamiento eran supervivientes de la evolución, homínidos ancestros nuestros, tal vez neanderthales, que habían logrado sobrevivir a la extinción que afectó a esta especie humana hace treinta mil años.

Tras varias décadas sin que nadie se ocupara de ellos, ya en los años ochenta del pasado siglo XX, los almas volvieron a ponerse en el punto de mira de numerosas expediciones.
En el museo Darwin de Moscú se creó una comisión permanente de estudio y el diario Pravda acabaría financiando la búsqueda del alma en la región montañosa de Pamir.
Durante las expediciones, los científicos, que tuvieron varios encuentros con las criaturas, recogieron numerosas pruebas de su existencia: fotografías, muestras de vello, excrementos…También hallaron piedras de silex que quizá eran utilizadas por ellos y encontraron infinidad de huellas de sus pisadas en terrenos blandos o nevados, que tras ser estudiadas, la planta y la distribución de los dedos puede decir mucho de quien deja las improntas, acabaron por presentar muchos indicios de su filiación casi humana, les faltaba un estadio evolutivo más para asemejarse a nosotros.
En la década de los noventa, nuevas expediciones al Cáucaso han ofrecido más pruebas sobre la existencia del alma. Las dirigió la investigadora Maya Bykova, que tras la búsqueda concluyó: “El hombre de las nieves es un ser paralelo al hombre, de un mismo orden, pero en ningún caso un paso adelante respecto a los humanos modernos. Así pues, el hombre de las nieves posee una adaptación exclusiva al medio que lo hace inaprensible. Hemos descubierto que tiene métodos únicos de defensa, como por ejemplo el que se deriva de su campo de visión, que es mayor que el nuestro.”
Al igual que otros investigadores, dedujo que eran supervivientes del hombre de Neanderthal.
Y que quede una cosa clara: nadie que haya estudiado las pruebas dejadas por los almas duda de su existencia, quien lo haga, sólo habla desde la más profunda ignorancia. Son muchísimas las pruebas.

EL SER DE SIBERIA

El 3 de mayo de 1967, un feriante llamado Frank Hansen inició una gira de feria en feria por toda la geografía de los Estados Unidos. Ofrecía, a cambio de 35 centavos de la época, una atracción visual que nadie fue capaz de igualar. Quien pasara por caja podría echar un vistazo a un extraño humanoide que el feriante portaba congelado en un gran bloque de hielo.
Lo llamaba el "Ser de Siberia", pues según la primera versión, aquel extraño personaje, sólo mitad humano, había sido atrapado en el mar soviético de Ojotsk por un pesquero de bandera japonesa. La singular presa habría acabado en Hong Kong, en donde entró en el mercado negro. Entonces, un productor de Hollywood lo habría comprado con objeto de convertirlo en lo que se convirtió: una rentable atracción.
La existencia de la singular criatura derivó en un auténtico fenómeno. El extraño aspecto de aquel humanoide llegó a oídos de dos peculiares estudiosos, Ivan Sanderson, un experto en especies extinguidas, y Bemard Heuvelmans, zoólogo de la Academia de Ciencias de Bélgica. Ambos cruzaron Norteamérica para poder contemplar in situ al extraño personaje, que parecía haber muerto como consecuencia de un disparo de bala que le perforó el occipital.
Hansen acabó confesando que se había inventado la historia del periplo del humanoide. Que la odisea del barco japonés y la compra en Hong Kong no era sino un coartada para no confesar que había sido él mismo quien había abatido a la criatura en los bosques de Minnesota. Si lo hacía –temía– debería enfrentarse al peso de la justicia ... por asesinato.
A partir de ese momento, al "Ser de Siberia" se le asoció al big foot o "pie grande", una extraña criatura hominida que desde hace cientos de años se observa en los bosques de Estados Unidos y Canadá. Existen pruebas más que concluyentes de su existencia: fotos, huellas, restos orgánicos...
Desde hace muchos años, los investigadores sospechan que, posiblemente, algunos homínidos que se creían extinguidos –australopithecus, homo erectus o neanderthales– han logrado sobrevivir aislados en valles o montañas, en enclaves inhóspitos en los cuales el hombre no se ha asentado. El big foot podría ser una de esas criaturas ...
Los dos científicos antes mencionados lograron convencer a Hansen de que pusiera en manos de la ciencia la extraña criatura. Y es que Heuvelmans y Sanderson, nada más ver al "Ser de Siberia", supieron que estaban frente a un espécimen singular.

Dos años después, en la Academia de Ciencias de Bélgica, Heuvelmans expuso los resultados de sus investigaciones, que pretendían identificar a la criatura homínida. Lo primero que dijo en su alocución es que no era un humano. Al menos, que no era un humano como nosotros ...
Estas fueron sus conclusiones: "El espécimen se presenta a primera vista como un humano adulto de sexo masculino, de 1,80 metros de altura y proporciones normales, pero exageradamente piloso. Con excepción de la cara, la región palmar de las manos, la planta de los pies y los órganos sexuales, está completamente cubierto de pelo de un color pardo muy oscuro de 10 centímetros de largo."
Segundos después, Heuvelmans, ante la expectante y sorprendida concurrencia científica, expuso su conclusión: "Por sus características, y aunque considero que el homínido estuvo vivo hasta hace sólo cinco años, se trata de un Hombre de Neanderthal."
Si el zoólogo estaba en lo cierto, lo que conocemos de la historia evolutiva humana debería ser revisado. En concreto, lo que se postula como definitivo a propósito de los neanderthales. Estos homínidos habrían aparecido en la escena terráquea hace cientos de miles de años. Estos hombres, de enorme corpulencia, gobernaron Europa durante eones de tiempo, pero hace poco más de treinta mil años, los Homo sapiens, nuestros ancestros directos, procedentes de África, llegaron al Viejo Continente. Tras miles de años de convivencia y, por causas desconocidas, los neanderthales se extinguieron.
Sin embargo, el llamado "Ser de Siberia" obligaba a los expertos a plantearse una fascinante posibilidad: que los neanderthales hubieran logrado sobrevivir aislados, lejos de la civilización y al margen de cualquier contacto con el mundo moderno.
También tengo que indicar que desde su aparición surgieron dudas de su autenticidad. En 1967 se divulgaría la noticia de que en realidad se trataba de una figura de látex fabricada por una compañía cinematográfica. Sin embargo, los investigadores desecharon esta polémica y en 1969 presentaron sus conclusiones en la Academia de Ciencias de Bélgica, según las cuales el homínido era un neanderthal.
Efectivamente, no se pudo demostrar la falsedad del fósil viviente y, en vista de que Hansen aseguró haber disparado contra la criatura, la Institución Smithsoniana decidió interponer una denuncia acusándolo de asesinato. El FBl se encargó de la investigación. El Propio director del FBl, Edgar Hoover, gestionó todas las pesquisas y dictaminó: “No se puede acusar de homicidio a una persona que ha atentado contra una criatura no humana”. El FBl publicó que no se encontraron indicios de fraude. Y efectivamente, nunca se demostró que la criatura fuera falsa; lo que en realidad ocurrió en 1967 es que un técnico en efectos especiales de Hollywood, John Chambers, aseguró haber participado en el supuesto montaje, afirmación que no pudo probarse. Por ello, y una vez comprobado que Chambers no había dicho la verdad, la citada institución pretendió buscar una nueva forma de actuación denunciando a Hansen por homicidio. Además, y como en 1970 publicó la revista «Saga Magazine», el presunto montaje estaba fuera del alcance económico de Hansen, ya que la fabricación de la figura se habría elevado a 25.000 dólares de la época.
Dicho esto, hay que señalar que el reto de la verdadera ciencia no es tratar de defenestrar casos como este, sino investigarlos.