ENIGMAS EN EL MAR


Siempre me he sentido seducido por ese infinito azul. Me atrae el mar no sólo por su belleza sino por ese hálito misterioso que lo rodea.
La verdad es que durante siglos la vida en el mar ha sido muy dura. La muerte puede acechar en cualquier momento entre sus olas. Quizás por ello, los marineros han sido habitualmente gentes más abiertas a la superstición y más perceptivas ante lo sobrenatural. Los cuadernos de bitácora están repletos de extraños sucesos sobre avistamientos de barcos “fantasmas”, animales fantásticos, sirenas y otros habitantes de las profundidades.
Sin duda, entre los barcos fantasmas más famosos de todos los tiempos se encuentra el Holandés Errante. Su leyenda está presente desde hace más de quinientos años. El relato tiene numerosas variantes, básicamente se trata de un capitán de barco que es castigado a vagar hasta el fin de los tiempos por el océano. En la mayoría de las versiones el capitán es holandés y según la leyenda que tomemos su nombre varía desde Vanderdecken, Van Demien, Van Straaten o Van Dieman.

A lo largo de la historia son numerosas las anécdotas y encuentros con este Errante. Recordemos como en 1881 el príncipe Jorge de Inglaterra (que sería coronado como Jorge V) anotó en su diario con fecha 11 de julio: “viajando en el «Incostant» como cadete, a las cuatro de la mañana cruzó ante nuestra proa el Holandés Errante, emitía una extraña luz fosforescente…“
¿Ensoñaciones de un joven, una mala pasada de su mente? Es posible, pero hay muchos más avistamientos. Cabe destacar como en 1975, el Dr. Jim Thorne, a bordo del yate «New Freedom», se encontraba realizando filmaciones y fotografías para un documental cerca de las Islas Bikini. Al revelar las fotografías pudo observar como en el horizonte se aprecia una vela que debía pertenecer a un antiguo navío con aparejo en cruz, tal como la del Holandés Errante.
Son muchos los avistamientos de extraños barcos, algunos muy espectaculares como el extraño caso del «Ellen Austin». El capitán Baker registra en el diario de a bordo como el 14 de julio de 1881 encuentran una goleta abandonada, sin tripulación, sin pasajeros. Los botes salvavidas estaban arriados, no había señales de lucha. Aquello era muy extraño. Ordenó a algunos marineros que pasaran al barco abandonado para llevarlo a Boston adonde se dirigían. No hubo incidentes hasta el 20 de julio cuando perdieron contacto con el barco debido al mal tiempo. El día 22 lo divisaron, pero había algo extraño, nadie respondía a las señales que se le hacían desde el «Ellen Austin». Tras abordarlo comprobaron horrorizados que estaba desierto. Buscaron en la bodega y en cada rincón pero no había ni rastro de los marineros. El capitán Baker decidió colocar un nuevo grupo de marineros fuertemente armados y asegurar ambos barcos. Los marineros casi se amotinaron pues estaban aterrados. Tras varios días de calma una repentina tormenta separó nuevamente a ambos a pesar de los desesperados intentos por mantenerlos unidos. Tras la tormenta buscaron durante cuatro días a sus compañeros pero no se encontró rastro alguno.
Extraño suceso, aunque aún lo es más el de la desaparición de la tripulación del «Cousins». Corría el año 1894 y cerca de Fort Stevens, en Oregón, a la altura del Cabo de la Desesperación, los vigías del Faro Camby observaron como el «Cousins» regresaba a puerto. Se alarmaron pues el capitán Zaiber había zarpado a las cinco de la madrugada, quizás alguien había enfermado o estaba herido y regresaban a tierra. Pero había algo más, los guardacostas observaron cono el barco se aproximaba a todo trapo, si seguía así por más tiempo encallaría en la costa. Y así sucedió, el barco encalló violentamente en un banco de arena, rápidamente fueron a socorrerlos pero lo encontraron deshabitado. Igual que en el caso anterior todo estaba normal, incluso había comida aún caliente en las mesas y cigarros humeantes en los ceniceros.
Famosísimo fue el caso del «Mary Celeste» encontrado desierto en diciembre de 1872 y que tuvo una repercusión mundial, o el caso del «Seabird» en 1850.
¿Fábulas, exageraciones y deformaciones de hechos trágicos y reales en el mar?
Tal vez, pero el numero de desapariciones misteriosas es lo suficientemente elevado como para que no cerremos las puertas a otras posibilidades.
De la misma forma, tenemos que hacer mención a los llamados Vórtices Viles.
Son aproximadamente doce áreas geográficas uniformemente distribuidas por el planeta, que son señaladas por tener las mismas cualidades misteriosas comúnmente asociadas al Triángulo de las Bermudas.
Cinco de los doce vórtices se encuentran sobre una latitud próxima al Trópico de Capricornio, mientras otros cinco se sitúan cerca del Trópico de Cáncer. Los dos restantes son localizados sobre el Polo Norte y el Polo Sur. Juntos forman los vértices de un icosaedro.
Los más conocidos son los Triángulo de las Bermudas y Triángulo del Dragón, cerca de Japón, que analizaremos seguidamente.



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El Triángulo de las Bermudas

Es un área geográfica situada en el Océano Atlántico, entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Fort Lauderdale (Florida). Es famoso por las continuas desapariciones de barcos y aviones, en ocasiones con toda su tripulación. Tiene forma de triangulo equilátero donde sus tres esquinas están definidas por las islas de Bermudas, una esquina y Puerto Rico cerca de su ciudad importante San Juan, otra, y Miami, Florida, una tercera, dándole un área aproximada de 1,2 millones de km².

Cristóbal Colón mencionó el avistamiento de animales extraños cerca de los limites del triangulo e incluso hizo recorridos cerca del área que ahora se designa como el Triángulo de las Bermudas. En un momento dado informó que él y su tripulación observaron "extrañas luces danzantes en el horizonte". En otro caso ellos observaron lo que parecía un meteoro cayendo. En otro momento él escribió en su bitácora acerca de movimientos extraños de la brújula en esta área.
La primera mención documentada acerca de desapariciones en el área se hizo en 1951 por E.V.W. Jones como periodista en el servicio de Prensa Asociada respecto a algunos barcos perdidos. El artículo de Jones notó la "misteriosa desaparición" de barcos, aviones y pequeños botes en la región y le dio el nombre de "Triángulo del Diablo". Posteriormente fue mencionado en 1952 en un artículo de Revista de Destino por George X. Sand, quien subrayo varias "extrañas desapariciones marinas". En 1964, Vincent Geddis se refirió al área como "El Mortal Triángulo de las Bermudas", después de esto el nombre "Triángulo de las Bermudas" se hizo común.
El misterio comienza en la mitad del siglo XIX, y desde ese momento un total de más de cincuenta barcos y veinte aviones se han desvanecido en el Triángulo. Uno de los casos más famosos fue la desaparición del vuelo 19. Cinco bombarderos estadounidenses tipo Torpedo abandonaron Fort Lauderdale el 5 de diciembre del año 1945, en un simple vuelo de entrenamiento rutinario y con buenas condiciones meteorológicas, nunca volvieron. Incluso el hidroavión que se envió con la misión de buscarlos también desapareció.

Otras historias de la región hablan de barcos encontrados abandonados con comida aún caliente en las mesas y aviones que desaparecen sin siquiera haber lanzado una llamada de auxilio.
Autores como Charles Berlitz, Richard Winer y J.W. Spencer se convirtieron en los máximos exponentes del misterio que devoraba aparatos hechos por el hombre sin dejar rastro de ellos. Otros autores se vieron obligados a pescar misterios en otros mares: algunos, como Jay Gourley, los encontraron en el Lago Ontario, cuyas anomalías magnéticas siguen siendo una realidad hasta el presente; otros como Kevin Killey echaron sus redes en el "Meridiano del Diablo" cerca de la australiana isla de Tasmania.
Pero con el paso de los años, y la aparición de nuevas obras investigativas como la de Lawrence David Kusche, que apuntaban hacia un origen mundano de las desapariciones, o al hecho de que muchas de las embarcaciones jamás existieron, el interés por el Triángulo de las Bermudas comenzó a menguar, o al menos dejó de ser una fascinación para las nuevas generaciones. Pero, todavía existe una cantidad de eventos sin explicar que tienen su origen en las aguas del Atlántico, eventos que jamás han sido incluidos en los libros que tratan sobre el tema.
El ejemplar de la revista Pursuit de julio de 1973 publicó un caso bastante dramático narrado por Robert J. Durant. Durant entrevistó a un piloto que volaba el trayecto entre la ciudad de Nueva York y San Juan de manera rutinaria, acostumbrado a los disturbios que suelen producirse en la zona y que en ocasiones han sido lo suficientemente fuertes como para arrojar a los pasajeros de un lado de la cabina al otro. En este caso, el piloto dijo que sus oficiales y la tripulación habían comentado sobre la tranquilidad del vuelo.
Pero poco después de haberse producido el comentario, destellos de electricidad estática de color violáceo aparecieron en el parabrisas del avión, aumentando su intensidad hasta que un resplandor blanco llegó a cubrirlo completamente, todo ello sin la presencia característica de la turbulencia.
Como si la situación no fuese apremiante de por sí, los instrumentos de abordo presentaban lecturas contradictorias: los giroscopios y compases en el lado del piloto y del copiloto dejaron de coincidir, mientras que el piloto automático causaba que el aparato se desviase del rumbo establecido. Incapaz de confiar en sus instrumentos, el piloto decidió volar la nave en manual, confiando en un pequeño giroscopio portátil empleado para tales eventualidades. El mayor golpe de suerte para el avión y sus pasajeros fue estar al alcance de los radares de la isla de Bermuda, pudiendo solicitar el aterrizaje de emergencia, que se produjo sin dificultades. La investigación sobre los trastornos al equipo no arrojó luz alguna sobre la naturaleza del incidente, y se decidió, a fin de cuentas, atribuirlo al misterioso "Triangulo".
En 1980, un bimotor tripulado por José Pagán desapareció bajo circunstancias misteriosas en algún punto del Canal de la Mona, que separa las islas de Puerto Rico y La Española. A las 8 p.m. del 28 de junio de ese año, el bimotor Eurocoupe de Pagán emitió un Mayday hacia el centro de control aéreo en el aeropuerto internacional de San Juan. El piloto dijo que lo perseguía un objeto no identificado que parecía estorbar la marcha de su avión. Su mensaje de socorro fue captado por el capitán de un avión de pasajeros, el vuelo 966 de Iberia, que acababa de despegar de Santo Domingo, y quien retransmitió el mensaje de Pagán a San Juan. Llegado cierto punto durante la retransmisión de mensajes, se escuchó un fuerte sonido metálico que interrumpió los mensajes del bimotor, y no se volvió a saber ni de Pagán ni su aparato.
El 5 de mayo de 1959, una embarcación salió de la ciudad de Santo Domingo con rumbo hacia la playa de Boca Chica a 20 millas de distancia. A pesar del magnífico tiempo primaveral y la tranquilidad del mar, el velero de diecinueve pies que transportaba al productor y director de televisión Freddy Miller y sus pasajeros, dos mujeres y dos niños, desaparecieron sin dejar rastro alguno. Se realizó una búsqueda de tanto las aguas dominicanas como las adyacentes utilizando los servicios de rescate de la época, pero jamás volvió a saberse nada de las cinco personas.

El Triángulo del Dragón

Otro de esos lugares en el mundo donde también se reportan barcos y aviones desaparecidos, y además en bastante mayor número, es el conocido como Triángulo del Dragón o Mar del Diablo, y está curiosamente localizado en el lado opuesto, cerca de las costas de Japón, exactamente entre Japón, el norte de Filipinas y las Islas Marianas.
He de señalar que ambas zonas se sitúan en el extremo oriental de masas continentales, en la caída hacia aguas profundas donde el mar se ve arrastrado por fuertes corrientes encima de zonas volcánicas activas. El suelo marino varía de zonas relativamente poco profundas hasta las fosas más abisales del océano, como ocurre con la del norte de Puerto Rico, que se extiende al oeste hasta el Caribe.
En el caso del Triángulo del Dragón, toda la costa este de Japón se encuentra cerca de los grandes abismos del suelo marino: las profundidades de Ogasawara y las fosas de Ryukyu, de las Marianas y de Filipinas. En 1960 el batiscafo norteamericano Trieste tocó suelo a 12.000 metros en la fosa de las Marianas.

Otro elemento que tienen en común los dos triángulos concierne a las líneas ágonas (del griego, que significa sin ángulos). Si bien son invisibles, reflejan una peculiaridad mensurable del campo magnético de la Tierra.
Los polos magnéticos del norte y los del sur no coinciden con los polos geográficos norte y sur. En ambos triángulos, el magnetismo, intensificado tal vez, afecta a menudo las brújulas y hace que barcos y aviones pierdan la orientación. Teniendo en cuenta que los conocimientos acerca del interior de la Tierra siguen siendo en gran parte teóricos, es posible que haya un enorme campo magnético entre estos dos triángulos diametralmente opuestos, penetrando poco a poco la enorme dinamo cósmica que constituye nuestro planeta.
Este triángulo despertó por primera vez el interés científico y naval en Japón cuando se observó que varios barcos patrulleros y pesqueros comerciales de tonelaje bastante ligero (de hasta 190 toneladas) se habían desvanecido pocos años después de 1945 en la costa este de Japón.
Esta zona aparece como peligrosa en los mapas japoneses. La explicación se encuentra en lo ocurrido entre los años 1952 y 1954. Japón perdió cinco buques militares con un total de tripulación extraviada que superaba las 700 personas; en eso el gobierno japonés, deseoso por saber porqué se perdieron barcos y personal, financiaron un buque de investigación llamado Kaiyo Maru Nº. 5. Tenía una tripulación de 31 personas a bordo, entre ellos nueve científicos. Irónicamente el buque que iba a estudiar el por qué de las desapariciones terminó desapareciendo también sin llegar a emitir una sola señal de peligro, por lo que Japón etiquetó el área como zona peligrosa.
Sin embargo, no fue hasta finales de los años sesenta que la atención hacia este lugar no llamó la atención de Occidente. A pesar de la cobertura frecuente en los medios japoneses de desapariciones, los informes raramente se daban a conocer en la prensa internacional. Las barreras entre ambos idioma y las actitudes racistas pudieron tener mucho que ver el asunto.
En la antigüedad tales acontecimientos fueron explicados por las intervenciones de dioses, demonios y criaturas míticas. También las leyendas antiguas hablaban de palacios submarinos habitados por dragones y como éstos emergían de las profundidades, y tomaban a marineros desafortunados para llevarlos hacia sus refugios subterráneos.
Hoy día, a pesar de todas las explicaciones sugeridas, éstas incluyen, rapto ajeno, desaparición en un agujero negro o entrada a otra dimensión, tiempo o universo paralelo. La destrucción y desaparición sin rastro por fenómenos naturales extremos. Caer víctima de experimentación militar o científica encubierta. Incluso explicaciones sobre fraudes de seguros, el misterio sobre lo que verdaderamente ocurre en estas zonas del planeta permanece sin explicación.
Independientemente de las respuestas, en el Triángulo del Dragón, junto con su equivalente de las Bermudas, permanece uno de los mejores secretos guardados del mundo.
En definitiva, un número significativo de naves y aeronaves han desaparecido bajo circunstancias altamente inusuales, aunque, a decir verdad, ninguna explicación es determinante, ni está corroborada por pruebas suficientes, imprescindibles si queremos llevar a cabo un análisis serio y científico del misterio. Sigue resultando escalofriante la coincidencia de desapariciones en unas determinadas zonas del planeta, casi siempre sin ningún tipo de rastro. El único argumento que nos queda es que existen misterios que la naturaleza se resiste a desvelar, aunque nosotros seguiremos indagando en busca de la verdad.