El duende de Zaragoza

Por si no me conocen, les hago llegar mis reservas a la hora de hablar sobre sucesos paranormales. No obstante, quiero exponerles uno, ocurrido en España, que llegó a convertirse en uno de los primeros expedientes X.
Ocurrió en la ciudad de Zaragoza. Es cierto que jamás un fenómeno paranormal había causado tanta expectación en la sociedad española. Miles de personas seguían con fervor lo que a diario sucedía en una céntrica casa de la capital maña.

Al mismo tiempo, y por primera vez en nuestro país, policías y jueces intervenían directamente en la investigación de los hechos.
A continuación les narro los acontecimientos. Ustedes, queridos lectores, juzguen.
Zaragoza despertaba aquel 27 de septiembre de 1934. A las seis y media de la mañana, unas sonoras carcajadas estallaron súbitamente en las escaleras de un viejo inmueble situado en la calle Gascón de Gotor, número 2 .

Muchos vecinos abandonaban sus camas sobresaltados, preguntándose cuál era el origen de tan misterioso sonido.
Las siniestras risas fueron diluyéndose en el silencio del edificio y terminaron por desaparecer al cabo de unos minutos. La extrañeza de los vecinos se hizo mayor cuando comprobaron que no se encontraba nadie deambulando por los rellanos.
Todos se cuestionaban sobre quién podía ser el bromista. Sin embargo, esa pregunta quedaría sin contestación. Durante los días siguientes sólo se escucharon ruidos extraños a últimas horas de la noche. Eran más breves y sonaban más alejados, por lo cual la vecindad no les otorgó tanta importancia. El fenómeno cesaba tres o cuatro días después y el desagradable asunto comenzó a quedar en el olvido.
El 15 de Noviembre, y de nuevo a primera hora de la mañana, Isabel, la inquilina del segundo derecha, escuchaba de labios de su criada de 16 años, Pascuala Alcocer, que una lastimera voz masculina le había dirigido la palabra en la cocina, a pesar de encontrarse completamente sola en la estancia. Al día siguiente, cuando la muchacha cerraba la trampilla del fogón, la propia dueña del piso pudo oír un chillido varonil que se articulaba en un “¡ay!” de dolor, y que a continuación exclamaba: “María, ven”. Presas de un intenso pánico, las dos mujeres salieron a la galería pidiendo auxilio. Alarmados por los lamentos de angustia, varios vecinos aparecieron a los pocos segundos por las escaleras de acceso a la segunda planta.

Escaso tiempo después, el grupo de personas volvía a escuchar con nitidez la estremecedora voz que surgía del fogón. Convencidos de que no se trataba de ninguna broma macabra, decidieron presentarse inmediatamente en la comisaría para denunciar el hecho a las autoridades. A partir de ese momento, la Policía y la Guardia de Asalto comenzaron a investigar, por primera vez, un presunto fenómeno sobrenatural. Pocos minutos después de haber sido puesta la denuncia, un agente del Cuerpo de Policía entraba en la cocina dirigiéndose directamente hacia la hornilla, al tiempo que se burlaba del gentío que se había reunido para presenciar el hecho. Al remover el interior del fogón con el gancho destinado a tal efecto, sonó de nuevo un sonido bronco, una voz que en la lejanía gritó: “¡Ay, ay, que me haces daño!”.

Las burlas cesaron de inmediato. Se realizó un minucioso registro en toda la vivienda para comprobar si la misteriosa exclamación partía de alguna persona oculta en uno de los pisos superiores. Como medida suplementaria, varios guardias subieron al tejado y cortaron las antenas de radio, llegando incluso a cavar un foso alrededor del edificio para descubrir si había algún cable enterrado.

Primeras sospechas

En vista del resultado negativo de las pesquisas oficiales que se llevaron a cabo desde el martes 20 al viernes 23 de noviembre, la Policía supuso que debía tratarse de un excepcional hecho paranormal, y como se daba la circunstancia de que la sirvienta de la casa, Pascuala Alcocer, estaba presente siempre que se oía la voz, llegaron a pensar que el fenómeno tenía su origen en ella.
Cuando el jueves 22 llegaban estas teorías a oídos del ilustre psiquiatra Dr. Joaquín Gimeno Riera, avalado públicamente por el Premio Nobel Ramón y Cajal, éste declaró: “Dudo de que no pueda tener el fenómeno una explicación racional. Me acuerdo perfectamente de que ha habido médiums, por lo general mujeres, que han llegado a realizar verdaderos portentos que todavía permanecen inexplicados; pero esto no quiere decir, ni mucho menos, que yo califique de médium a esa muchacha sin haberla sometido antes a un detenido estudio”. Del origen de la voz, el prestigioso especialista señaló: “Cabe la ventriloquia en una histérica; cabe lo que llamamos alucinaciones psicomotrices; y caben una porción de cosas patológicas que sin ver a la joven es imposible concretar”. Y como la voz no se escuchaba con regularidad, sino a intervalos, el Dr. Gimeno Riera concretó: “Si se tratase de una hipersensible tiene días y horas, que es lo que se llama ‘fraudes de los médiums’; es decir, que su hipersensibilidad aumenta o disminuye”. Sin duda el facultativo se refería a las personas dotadas que, cuando experimentan una disminución de sus poderes paranormales, llegan incluso al fraude para mantener su prestigio.
Para entonces, informado por sus agentes, el Comisario jefe de Vigilancia Sr. Pérez de Soto ya había solicitado al juez de guardia, Sr. Pablo de Pablos, que investigara el caso. Ante la avalancha humana que presentaba la calle desde que el miércoles 21 se hiciera público el suceso, el comisario ordenó a una pareja de guardias que custodiaran el edificio. Frente al viejo portal de la calle Gascón de Gotor se arremolinaban ya miles de personas deseosas de oír los lamentos del nuevo y sobrenatural ídolo maño, al mismo tiempo que avispados anunciantes inundaban la radio y los periódicos con cantidades ingentes de publicidad que terminaron por hacer del “duende de la hornilla” un personaje popular. Incluso un grupo de estudiantes equipados con linternas burlaron la vigilancia policial y entraron por la parte trasera del bar, previo pago al dueño del local, como hicieron algunos periodistas, subiendo totalmente ensabanados al tejado de la casa para hacer de “fantasmas”. La broma les costó pagar una multa de 50 pesetas.
En una rueda de prensa celebrada durante la noche del viernes 23, el Gobernador Civil Otero Mirelis dejó claro que para él, el “caso duende” era un problema de orden público diciendo: “Creo que es hora ya de acabar con este asunto para evitar consecuencias que podían ser lamentables”.

La sirvienta: principal sospechosa

A las cuatro de la tarde del sábado 24, el juez de guardia, D. Pablo de Pablos, en compañía de los forenses, D. Manuel Rost Mateo Ojer y D. Jaime Penella Murt, eran recibidos por Antonio Palazón, el dueño de la finca. Mientras el juez inspeccionaba el edificio e intercambiaba impresiones con los inquilinos, los forenses procedían a examinar a la muchacha. A las siete de la tarde abandonaban la casa, aconsejando a sus moradores que hicieran lo mismo y ordenando a los agentes de Seguridad que prohibieran la entrada a toda persona extraña. Aceptando la sugerencia del juez, los inquilinos desalojaron el inmueble tres horas después. El edificio quedaba completamente vacío ante la sorpresa de las personas que permanecían día y noche en la calle. Mientras policías y vecinos salían por la puerta principal, se oyó una voz que decía: “Adiós, adiós”.
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En la mañana del lunes 26, el Comisario Sr. Pérez de Soto declaraba a la prensa que había retirado la guardia del interior de la casa porque, según los informes redactados por los agentes que prestaban servicio en la cocina encantada, no había vuelto a escucharse la voz desde que los propietarios abandonaran la casa el sábado 24, a las diez de la noche; “es decir, que una vez desalojado el piso ha desaparecido el fenómeno”, concluyó De Soto.

El informe judicial

Ese mismo lunes fue emitido el informe médico forense que descartaba a la sirvienta como posible origen del fenómeno. Se descartó que fuera un fenómeno de ventriloquía inconsciente provocada por la histeria de la criada, porque el fenómeno se producía también en su ausencia.
Los especialistas dejarían escrito: “No descubrimos en ella fabulaciones, tendencia a la mentira ni simulación. Alejada la muchacha de la cocina continúa dejándose oír la voz. No podemos probar siquiera que se trate de una histérica, ni tampoco médium. Tanto la Policía, como fontaneros, electricistas y albañiles, han hecho diversas inspecciones, no habiendo encontrado instalación alguna que conduzca a la voz fantasmal”.

La Dirección General de Seguridad pide noticias

Los periodistas que por aquel entonces examinaban la prensa extranjera que llegaba a Madrid se asombraron al leer en The Times, uno de los diarios más prestigiosos del mundo, la referencia que el periódico hacía sobre el suceso de Gascón de Gotor, tildándolo de “irónico duende”. Y, como si el interés del rotativo londinense hubiera influido en ello, durante las primeras horas de la madrugada del miércoles 28 la Comisaría de Vigilancia recibió una llamada telefónica de la Dirección General de Seguridad (D.G.S.) solicitando información sobre el extraño suceso. A las 00:20 horas el duende volvía a expresarse -esta vez malhumorado- diciendo: “Ya estoy aquí. Cobardes. Cobardes”. Desde la comisaría darían fe de esta nueva intervención y remitirían a sus colegas de la D.G.S. un amplio expediente al respecto. El piso segundo derecha volvió a ser ocupado por las fuerzas de seguridad.
. El jueves 29 la Policía impedía el paso a la cocina encantada al entonces famoso vidente aragonés Tomás Menés, cuya visita sería filmada en cinematógrafo. En la actualidad el autor de este reportaje indaga el paradero de los filmes.
Al entender que la labor a realizar estaba fuera de sus competencias, el titular del Juzgado de Instrucción número 2, don Pablo de Pablos, pasó el asunto al juez municipal del distrito tercero, don Luis Fernando. Por su parte, el gobernador civil, don Otero Mirelis, instaba en tono amenazante a la prensa para que dejara de hablar del suceso. Al parecer, la fama nacional e internacional que estaba alcanzando el fenómeno dejaba en entredicho la labor de la policía.



Carpetazo oficial

Con la llegada del nuevo juez el cariz de la investigación se tornaría incierto. El viernes 30 de Noviembre y los dos primeros días de diciembre los organismos oficiales privaban de información a los medios de comunicación. Se sospechaba que el juez y su equipo estaban llevando a cabo algún tipo de experimento que les permitiera descubrir al autor de la broma. Y así, el letrado sentenció el lunes día 3: “Primero quise oír la misteriosa voz. Las experiencias realizadas demuestran, con absoluta claridad, que la voz es debida a un fenómeno psíquico, que únicamente se produce en determinadas circunstancias, por eso escucho la voz cuando quiero. En la cocina de la casa nos encontrábamos la muchacha de servicio de los antiguos inquilinos, dos testigos y yo. La voz se dejó oír cuantas veces me lo propuse. Bajo el punto de vista científico no puede ser más interesante y sugestivo, pues aunque no es el primero que se produce, son muy contados los que registra la historia médica. Por ahora no puedo decir más, las actuaciones practicadas serán archivadas hoy, por no haberse encontrado persona responsable de la falta. El misterioso suceso ha quedado totalmente aclarado”.
A todo esto, el gobernador civil Otero Mirelis declaró: “Con la habitación iluminada y a oscuras, el resultado fue satisfactorio. Todo lo que no sea reconocer esto, es deseo de sacar las cosas de quicio y adoptar posiciones falsas que no quiero calificar”.
Invitado por el juez, el Dr. Gimeno Riera también escuchó los lamentos del duende la tarde del lunes 3. Igualmente sorprendentes fueron sus declaraciones: “Por fin, he oído la voz, si es que se puede llamar voz a un sonido apagado y que da cierta impresión de lejanía. Me ratifico en cuanto dije el primer día, al punto al que han llegado las cosas, lo mejor que yo debo hacer es dar el asunto por terminado y callar. Mi posición en el asunto es peligrosa, puedo escudarme incluso tras el secreto profesional”.

Otro hecho no menos sorprendente

En la tarde del 25 de Noviembre de 1934 llegó a la ciudad una mujer llamada Asunción Jiménez Álvarez, una médium de reconocido prestigio invitada por la policía a echar al espíritu de aquella casa que parecía encantada.
La mujer se concentró uniendo los pulgares y concentrándose a la espera de contactar con la entidad sobrenatural. La médium calló de repente. Sufrió un colapso después de que de sus pulmones surgiera una desagradable voz de hombre. El médico, en un principio, se negó a certificar la muerte.

Conclusión

En ningún momento se pudo explicar por qué la voz seguía oyéndose aunque la criada no estuviera en casa. Antonio Palazón tuvo trabajando a la joven en su nuevo domicilio y allí jamás se escucharon los lamentos del duende. Para la opinión pública estaba muy claro que la presión política ejercida sobre el asunto hacía dudosa la legalidad de esas investigaciones. Los primeros forenses facilitaban un informe que descartaba a la muchacha como origen del fenómeno. Entonces, ¿por qué dictaminaron los segundos que era la asistenta quien provocaba la anomalía? No es descabellado pensar que durante los días que experimentaron con ella trazaron un plan para acabar con un asunto que se estaba volviendo demasiado molesto. Si se declaraba que la asistenta, quien ya no residía en el lugar, era la culpable, la gente dejaría de agolparse en los alrededores de la casa. Por el contrario, si revelaban que el fenómeno continuaba sin explicar, el solar permanecería invadido por los curiosos con el consiguiente escándalo y continua alteración del orden público.
Tras el precipitado desalojo, los habitantes del tercero derecha pasaron a ocupar la “casa encantada”.
Arturo Grijalba Torre, hijo del dueño de la casa era tan solo un niño cuando el duende habló con él. Parecía que el duende o lo que fuera le gustaban las conversaciones cortas y hablaba sólo con el niño.
La policía asombrada y llena de temor incluso le llegó a utilizar para reclamar la presencia de aquella entidad. Fue una experiencia sobrecogedora.
Cuando se iban a la cama dijo el niño a su padre: "Venga papá vamos a la cama que este tío es un chalado". La voz que ya sólo hablaba con el niño dijo: "Chalado no pequeño."
Después de dos meses, mensajes y amenazas, en una fría noche de finales de Diciembre aquella voz se apagó para siempre y sin motivo aparente como si nunca hubiera existido.
Aquel viejo edificio terminó derruido, poniendo fin definitivamente al misterio que dio origen aquella extensa investigación.
Hoy, tan sólo el nombre del nuevo inmueble que ocupa el solar "Edificio Duende" evoca aquel tiempo pasado.