Javier Sierra (ESPAÑA)
Durante mi viaje a Italia en junio de 1998, en compañía del escritor e investigador J.J. Benítez, hicimos una parada obligada frente a una de las vitrinas del Museo Egipcio de El Cairo. Allí, frente a nuestros ojos, se desplegaba un caótico mosaico de 160 fragmentos de papiro, correspondientes a 11 hojas desmenuzadas por el tiempo, surcadas por una escritura hierática trazada en la época de Ramsés II (12901224 a.C.).
Ese papiro (o lo que queda de él) es conocido en círculos de expertos como el Canon de Turín, y contiene la más fascinante de las listas de reyes egipcios que se conoce.
El interés que teníamos en esta pieza de historia, que cubre apenas 1,7 metros de largo por 41 centímetros de alto, radica en que, a diferencia de otras "listas reales" como la que se encuentra en el Templo de Abydos, habla de quién gobernó Egipto antes de la coronación de Menes, el primer faraón de la Primera Dinastía. El dato es importante ya que uno de los grandes enigmas de Egipto -sino el principal - radica en saber cómo, de repente, surgió junto al Nilo una civilización tan desarrollada como la faraónica, con un sistema de escritura complejo, unas matemáticas desarrolladas y una técnica arquitectónica que, paradójicamente, fue involucionando con el correr de los siglos.
Pues bien, aquellos fragmentos mencionan que en el principio de los tiempos reinaron en Egipto un grupo de seres semidivinos -mitad hombres, mitad otra cosa - a los que el Canon de Turín llama Shemsu Hor o "compañeros de Horus", y que gobernaron durante 11.000 años. De hecho, si aceptamos esa cronología, ésta coincide con el período en el que se estima que pudo desaparecer la civilización atlante y en el que, además, pudo haberse erigido el monumento de la Esfinge, sobre cuya antigüedad tantas dudas se han suscitado recientemente.
¿Quiénes fueron los “Shemsu Hor”?
El Canon de Turín fue descubierto prácticamente intacto en 1822 por el viajero italiano Bernardino Drovetti en la antigua Tebas. Pese a que llegó al Museo de Turín hecho añicos, fue el propio Champollion -el hombre que "tradujo" la Piedra Rosetta y descifró el enigma de los jeroglíficos- quien reconoció de inmediato su importancia. Se dio cuenta de que esos fragmentos mostraban en el anverso una lista mundana de personas, instituciones y sus correspondientes impuestos, y por otra una lista de gobernantes de Egipto desde el origen de los tiempos hasta la XVII Dinastía. Desgraciadamente, al papiro le falta la introducción y el final, siendo imposible marcar con total precisión sus límites temporales. Fue Gustavus Seyffarth quien, poco después, trató de reconstruir ese rompecabezas, y quien se formuló ya las primeras grandes incógnitas: si la lista de gobernantes del reverso del papiro es tan importante, ¿por qué se escribió en ese lado de la pieza, restándole protagonismo? ¿Acaso el escriba utilizó una vieja lista de impuestos como borrador, para tomar nota de los reyes de alguna fuente hoy perdida? ¿Y qué fuente pudo ser esa?
La extraña alusión al gobierno de los Shemsu Hor abre una vía de estudio fascinante. El propio Gastón Maspero -uno de los padres de la egiptología- les atribuyó la construcción de la Esfinge de Gizeh siglos antes del nacimiento del faraón Kefrén, e incluso textos jeroglíficos de la V Dinastía hallados en Sakkara se refieren a ellos como "los brillantes" o "los resplandecientes" una denominación muy común en otras culturas para referirse a dioses que bajaron de las estrellas.
El Canon de Turín no es, pues, un documento cualquiera. La meticulosidad del documento es tal que si los egiptólogos ortodoxos la tuvieran en cuenta, les obligaría a retrotraer el origen de Egipto a casi 25.000 años atrás. Algo en lo que, por cierto, Manetón (s. III a.C.), un sacerdote de Heliópolis, coincide plenamente en la fragmentaria historia de Egipto que nos ha legado.
ALGUNOS APUNTES SOBRE EL AUTOR:
Es periodista, fue director de la revista Más Allá de la Ciencia durante siete años, además de presentador y director de espacios en radio y televisión en España. Es el único escritor español contemporáneo que ha logrado situar sus novelas en el top ten de los libros más vendidos en los Estados Unidos. Sus obras se traducen a más de cuarenta idiomas y son fuente de inspiración para muchos lectores que buscan algo más que entretenimiento en un relato de intriga.
Ahora invierte su tiempo en investigar arcanos de la Historia y escribir sobre ellos. Ha dado a imprenta títulos muy populares entre los que destacan La cena secreta (publicado en 43 países), La dama azul (editado en otros 20), La ruta prohibida, Las puertas templarias, El secreto egipcio de Napoleón, El ángel perdido o El Maestro del Prado.
• Publicado con permiso del autor