OVNIS: ¿Instrumentos de desinformación militar?






La información se ha globalizado. Podemos acceder a ella de forma casi instantánea a través de diversos ingenios tecnológicos que ya conforman nuestra rutina diaria. Sin embargo, pese a estar viviendo un momento clave en la democratización de la información, también estamos siendo testigos de un aumento en la democratización de las mentiras. La mejora en la falsificación de imágenes fijas y audiovisuales hace que nos resulte cada vez más complejo diferenciar lo falso de lo auténtico. Y el tema OVNI no es una excepción. No hay más que echar un vistazo histórico al siglo XX para darnos cuenta que la mentira ufológica ha sido convenientemente usada durante mucho tiempo. Una mentira que ha ido mucho más allá de la falsificación de imágenes…

Desde el inicio mismo de la ufología oficial acaecido en Estados Unidos, hay circunstancias que nos llevan a pensar que tras aquel vuelo de nueve objetos no identificados avistados por Kenneth Arnold en el Monte Rainier, se escondía un proyecto militar experimental de aviones Northrop o Horten Ho-IX. Pocos días después, otro llamativo incidente OVNI tuvo lugar también en Estados Unidos, el estrellamiento en Roswell de una supuesta nave extraterrestre que fue el origen de  multitud de teorías ya desde sus inicios. Desde que fuera dado a conocer a través del diario Roswell Daily Record, y pese a su desmentido posterior en el que se aseguraba que en realidad se trataba de  un globo sonda, el caso Roswell forma parte intrínseca de la mitología ufológica contemporánea. Sin embargo, para algunos investigadores este hecho no fue sino una cortina de humo para solapar algunos asuntos secretos, como el Proyecto Hermes, una oculta iniciativa militar en la que, supuestamente, se llevaron a cabo experimentos con simios.


Estas y otras maniobras del ejército, habrían sido solapadas por agencias de inteligencia como la CIA, desde donde se ha mantenido una actitud un tanto ambigua respecto al fenómeno OVNI. “Según los documentos de la CIA desclasificados en 1993, la agencia propuso una enorme campaña de descrédito para reducir el interés del público por los platillos voladores (…) La agencia sugirió organizar una campaña educativa que pudiera combinar elementos de medios de comunicación de masas como la televisión, el cine y los artículos periodísticos populares. La CIA también sugirió contratar a ejecutivos de publicidad, asociaciones de negocios e incluso a la empresa Disney para hacer llegar el mensaje. Uno de los planes consistía en presentar historias de ovnis por televisión y demostrar que eran falsas”, afirma la periodista Annie Jacobsen en su libro Área 51. La historia jamás contada de la base militar más secreta de América (2011), donde entre otros asuntos, aborda los orígenes de la conspiración en torno a los primeros años de la era OVNI.


Curiosamente, la CIA no sólo ha negado durante décadas la existencia del Área 51, zona donde han sido avistados extraños objetos (si bien, a día de hoy sabemos que en este lugar se han desarrollado prototipos de aviones experimentales), sino que, además, ha desclasificado un colosal volumen de documentos en torno al fenómeno OVNI, otro asunto al que ha restado importancia convenientemente. Millones de páginas eran puestas a disposición de cualquier internauta en la página de la agencia estadounidense hace poco más de un año. Este  ambiguo comportamiento también lo observamos desde los estamentos militares. Poco antes de que los editores de la revista LIFE publicasen en el verano de 1952 una historia de gran calado sobre el tema OVNI, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que había restado importancia a estos asuntos, al menos de forma oficial, asistió a la convención  de OVNIS que se celebró ese año en Los Ángeles, California. Nuevamente, mostraban una actitud sospechosamente contradictoria. ¿Por qué acudir a un evento en el que el eje central era un asunto del que las fuerzas aéreas estadounidenses llevaban años renegando ante la opinión pública? Sin duda, un comportamiento extraño, tan extraño como el que tuvo tiempo después tras el famoso Gran Apagón de los Estados Unidos.


El 9 de noviembre de 1965, un apagón eléctrico dejó sin luz a ocho estados de la costa noreste norteamericana. Una de las principales causas barajadas fue la sobrecarga de la red eléctrica. Curiosamente, este apagón coincidió con el inicio de una oleada masiva de avistamientos ufológicos de los que la NICAP, organismo dedicado al estudio del fenómeno OVNI, llegó a recopilar testimonios de 200 testigos fiables. Toda esta casuística motivó al Senado estadounidense a pedir explicaciones a la Fuerza Aérea a través de la Comisión del Proyecto Libro Azul, un grupo de expertos, entre los cuales estaba el astrónomo Josep Allen Hynek, creado para desacreditar el fenómeno OVNI.


No obstante, el hecho de que se filtrase una carta del general Joe Kelly afirmando que había un dossier secreto con información reservada solo a militares, fue lo suficientemente escandaloso como para que el gobierno, no conforme con los datos aportados por la Comisión del Proyecto Libro Azul, instaurase otra comisión liderada por James McDonald, profesor de Física de la Universidad de Arizona. Pese a su escepticismo inicial en torno al fenómeno OVNI, tanto Hynek como McDonald encontraron historias con un alto índice de extrañeza. Hynek, tras efectuar un análisis detallado de todos los casos a los que pudo acceder, descubrió que había 700 que no tenían una explicación convincente. Por su parte, McDonald vio que a partir de 1953 hubo un descenso notable de los avistamientos y pudo comprobar que a partir de esta fecha la CIA extendió una “recomendación” de negar el fenómeno OVNI en pro de la seguridad nacional, mientras que las autoridades militares advertían que todo aquel que desde este estamento diera aviso del avistamiento de un objeto volante no identificado, podría ser penado con multas de hasta 10.000 dólares o castigado con penas de prisión de hasta 10 años. Estas y otras cuestiones pesaron sobre el criterio de ambos expertos, quienes, pese a buscar pruebas para desacreditar el fenómeno OVNI, acabaron convirtiéndose en ufólogos convencidos, tras comprobar que habían casos que no tenían explicación y requerían de un estudio riguroso y concienzudo. De hecho, a Hynek se le considera a día de hoy, uno de los precursores de la denominada “ufología científica”.

Las anteriores medidas militares se sumaron a la desinformación difundida por algunos individuos que fueron clave en determinados momentos de la ufología contemporánea. Uno de ellos fue Paul Bennewitz, dueño de una empresa de componentes electrónicos, quien realizó una serie de pruebas a una  supuesta abducida que, según su testimonio, tenía un implante con el que sería controlada a distancia por alienígenas. Tras efectuar una serie de pruebas, Bennewitz pudo captar una señal que creyó provenía del interior de esta mujer, pero que en realidad procedía de la Base Aérea de Kirtland, lugar desde donde se estaba preparando la “Guerra de las Galaxias”, sistema de defensa estadounidense contra posibles ataques nucleares de los rusos. La envergadura de este secreto militar en el contexto de la Guerra Fría, era lo suficientemente importante como para permitir que Bennewitz les descubriera, así que a sabiendas de su afición por la ufología, le aportaron pruebas “alienígenas” y mandaron a William Moore, ufólogo intoxicador, para que le ofreciera información falsa que afianzara sus tesis ufológicas y descartara cualquier otra hipótesis.

“El tratamiento de intoxicación con el que sometieron las agencias de inteligencia a Bennewitz funcionaron a la perfección y el ‘espía’ terminó sufriendo tratamientos psiquiátricos (…) A este incidente siguió una vasta campaña de desinformación por parte del Gobierno norteamericano contra la comunidad ufológica. Desinformación que aún continúa. Pero el daño ya estaba hecho. El descubrimiento de Bennewitz abría una puerta a un aspecto estremecedor del fenómeno OVNI: la manipulación de la población civil tras el mito extraterrestre”, sentencia Manuel Carballal en Ovnis y pilotos (1995), obra sobre la historia de la aeronáutica y su vinculación con el fenómeno OVNI, un fenómeno sin duda escurridizo y convenientemente usado en ocasiones para encubrir verdades que muchas veces resultan más sorprendentes que los propios planteamientos ufológicos convencionales.